miércoles, 24 de noviembre de 2010

LAS VUELTAS QUE DA EL MUNDO












Dijo Einstein no saber con qué armamento se peleará en la tercera guerra mundial, pero que la cuarta será a base de palos y piedras: como no tomemos en serio el tema de la superpoblación, vamos de cabeza hacia un desastre irreparable, nos multiplicamos en una progresión geométrica, vivimos en un planeta con unos recursos limitados, y en este momento ya sobramos dos tercios (!), que vamos morir más tarde que todos nuestros antepasados, y cada vez más dependientes en nuestra forma de vida — un apagón generalizado llevaría el mundo al caos en menos de una semana. Nos sentimos fuertes, seguros, autosuficientes hasta que "nos toca". Thomas Robert Malthus, considerado el padre de la demografía, hace doscientos años ya previó lo que nos venía encima (la inteligencia se mide por la capacidad de anticipación, y la eficacia por la de tomar medidas a tiempo), y pensaba en dos posibles frenos: uno sería el hambre, las guerras, las plagas, las enfermedades, o sea, el que no desea nadie bien nacido; el segundo, la abstinencia sexual, que por suerte hoy ya no hace falta.
A su vez Isaac Asimov afirma que "la democracia no puede sobrevivir a la superpoblación, la dignidad humana no puede sobrevivir a la superpoblación” (in ¿Hay Alguien Ahí?), y Sartre ya opinó que estábamos cerca de que el planeta se colapsase y que sería la Naturaleza la que tomase cartas en el asunto decidiendo por nosotros: nos eliminará como el virus, la plaga que somos. (L´enfer c´est les autres). En el año cincuenta se estima que la población mundial habrá aumentado un 39%, llegará a los 10.000.000.000 de personas — y eso pese al  mayor descubrimiento del siglo para resolver el mayor problema del siglo, el que esperemos que al final nos salve del apocalipsis now : el dia 15 de octubre de 1951 el químico mexicano Luis Ernesto Miramontes hizo la síntesis de la noretisterona, que es el compuesto activo base del primer anticonceptivo oral sintético, más conocido como la píldora anticonceptivaLa posibilidad de la planificación familiar tiene y tendrá ya siempre unas consecuencias ecológicas valiosísimas a todos los niveles, así como un simple preservativo frenará también a la vez el avance  de la pandemia del Sida, que está devastando África.



 ¡ Menos mal que a estas alturas de la película Joseph Ratzinger, actual Papa de la iglesia católica — siempre tan pendiente, tan preocupada con la justicia, con los avances de la ciencia, del conocimiento y la cultura, la libertad, la generosidad y el perdón — se levantó  una mañana reciente con el espíritu abierto, dispuesto a consentir el uso del condón en casos puntualísimos!
 ¡Qué alivio para el mundo!
                                                                
Los zapatos de Su Santidad tienen un chic entre sutil y atrevido

                                                                                                                    

domingo, 21 de noviembre de 2010

CALIDAD DE VIDA









obra de Kandinsky



Somos casi siete mil millones de personas en el planeta rodando a una velocidad de mil setecientos kilómetros por hora alrededor del sol. ¡Da vértigo pensarlo! Venimos al mundo por un rato, unos lo pasan bien y otros mal, la mayoría bien y mal, subiendo y bajando en su particular noria — cuando se llega a lo más alto solo se puede ir hacia bajo y cuando se toca fondo solo queda remontar. Personalmente prefiero la sensación de ir subiendo a la de ir bajando, aunque viniendo de muy arriba;  siempre es más reconfortante moverse hacia la esperanza que hacia el miedo y el vacío.
Venimos aquí por un rato que a veces se hace largo pero que en general es corto, pasamos lo que nos toca, nos marchamos y al poco tiempo ya nadie se acuerda de nosotros: pero aun así casi siempre la vida compensa y casi nadie tiene prisa de dejar esto, hay mucho para ver y sentir y alguna posibilidad de pasarlo bien — guardándose de alimentar sueños imposibles, que es cosa de tontos.
Nuestro modus vivendi es ahora mismo muy variopinto, desde el de las tribus primitivas aún estancadas en el túnel del tiempo al de los habitantes de megaurbes, en megaedificios con  megaventanales que no se pueden abrir para tomar el fresco. Supongo que arrancar a alguien (con mucho dinero, eso sí) de Nueva York, un suponer, y meterlo donde vivo yo, por ejemplo, debería causarle un shoc tan brutal como si de repente a mí me colgasen de un piso número cien, sin pisar tierra, sin mi acacia y mis buganvillas, sin la olor de mi dama de noche, mi jazmín, mis rosales y de mi  césped cuando llueve, los pinos de en frente, los mirlos de pico amarillo, las gaviotas, el mar, los barquitos y las espectaculares puestas de sol al fin del día... 
La calidad de vida tiene que ver con lo esencial, con la oculta armonía, con lo que cada persona valora y disfruta de verdad, que a la larga siempre viene a ser lo más sencillo y natural.
Para encontrar un lugar amable en el mundo basta con aceptarse y querer a los que nos rodean. El dolor, que contiene lecciones vitales, nos enseña que la calidad de vida es ese disfrute especial de un bienestar físico y psíquico y que a cierta edad es bueno sentir que uno ha hecho bien los deberes. Los que dejan la piel y hasta el honor en amasar grandes fortunas, olvidan que el dinero no vacuna contra la ignorancia, la estupidez, la ignominia, el miedo, la soledad, la ansiedad, el sufrimiento y tantas cosas que nos hacen frágiles y pobres aunque cubiertos de millones. Todo está en nosotros.



                           Si muero,
                           dejad el balcón abierto.

                           El niño come naranjas
                           ( Desde mi balcón lo veo).

                          El segador siega el trigo
                          ( Desde mi balcón lo siento).

                          ¡ Si muero,
                          dejad el balcón abierto!

                                ( F. García Lorca)



lunes, 15 de noviembre de 2010

" SEÑORA DE...."






                                                                obra de Moses Soyer




Termina de salir una ley por la cual el orden de los apellidos de nuestros hijos queda al libre albedrío de los padres. Puede parecer una tontería, pero lo verdaderamente tonto es que fuese al revés : primero el del papá y luego el de la mamá, o viceversa, como en Portugal, lo mismo dá, pero obligatorio, el caso es controlar todo. 
Cuando había aduanas, al pasar a Portugal nos hacían rellenar un "papelinho" donde solo faltaba poner a qué  íbamos; siempre me pregunté qué harían luego con tantos millones de papelinhos...
Tengo historias surrealistas con el infierno de la burocracia y de los apellidos de mis hijos que no contaré para no aburrir, solo un apunte: con cuarenta años tuve que pasar por el forense para que testificase otra vez que yo era una mujer, con vistas a volver a hacer mi carnet de identidad español, puesto que en consecuencia del robo del que yo tenía desde que me casé, llegaron a la conclusión en el Registro de que nada de lo  hecho servía para cosa alguna. ¡Etc!
 El caso es que todo lo que signifique una conquista a favor de la igualdad y la libertad es siempre bienvenido.
Los que nacimos en los años cuarenta del pasado siglo, sabemos bastante de rigores machistóides. Cuando me casé y me convertí en " la señora de...", me encontré que la casa era toda mía, o séase, me tocaba todo a moi, y esta, que no había pisado nunca una cocina — por poner un ejemplo "suave", tiraba las patatas a la sartén y salía corriendo... Llevé las manos hechas un cristo, quemadas y cortadas, sin que por eso mis guisos, hechos a golpe de libro, fuesen más valorados (¡ingratitud machista, claro!). Luego vino la niña y yo, aparte de adorarla, tampoco tenía mucha idea de qué hacer con ella, no nos preparaban para la vida práctica, y mi madre ya no estaba en este mundo para  echarme una mano, aunque fuese por teléfono. Fué durillo, y para más inri me convertí en lo que nunca pensé que me tocaría ser, por clarísima falta de vocación para ello:  ama de casa, de profesión "sus labores", apesar de lo que me costó convalidar la carrera sin dominar el español todavía.
Llevar la casa a secas, sin tener un trabajo fuera de ella, condiciona mucho, nos convierte de cierta manera en más conformistas, pasamos por donde no deberíamos, por las circunstancias: cuesta más educar al otro, yo no lo aconsejo a nadie, hombre o mujer.
 Enfin, lo cierto es que en una sociedad civilizada tiene que haber una tolerancia cero con las atitudes machistas. No en vano fueron hombres que en su momento  dicidieron por nosotras, cuando todo nos estuvo prohibido — tener voz propia, votar, separarnos, vestirnos enseñando lo que nos diera la gana, besar en público, abortar, reunirnos, ser homosexuales, pensar libremente, ¡vivir libremente!, en dós palabras . Y por supuesto que a los hombres también les toca siempre un buen trozo de la tarta de la estupidez y la intolerancia.
Esperemos que algún dia triunfe  el "prohibido prohibir" del Mayo de 68, con Sartre detrás de las barricadas, o del paraíso paternal del poeta portugués Miguel Torga, o de la canción de protesta del gran cantante brasileño Caetano Veloso (:"vais siempre a matar al viejo enemigo que murió ayer")
Igual que la fuerza bruta ya no tiene aplicación en la sociedad de hoy día, alguna vez toda clase de nepotismo y estupidez dejará de encontrar cabida en una población cada vez más informada, a la que será por lo tanto más difícil  engañar y manipular.
Algún día la sociedad será mayoritariamente inteligente, sana, justa y libre. Algún día.

                      E eu digo Sim
                      E eu digo Não ao não
                      E eu digo: É !
                      É proibido proibir
                      É proibido proibir...etc.              
                                 (Canção de Caetano Veloso)


Le Mariage, de Jean Fouquet
      

miércoles, 10 de noviembre de 2010

TERNURA



obra de Frederick Cayley Robinson



"Por un poco de ternura", cantaba Jacques Brel que los marinos en el puerto ofrecían tesoros a falsas princesas.  
Ternura es como la espuma blanca con que el mar borda las olas cuando ya están en la orilla... Sentir ternura es algo personal e intransferible, como los celos o el orgullo, algo sutil, breve, intenso, callado: esa chaqueta con que alguien nos tapan mientras dormimos en un aeropuerto, esa mirada o esa caricia pequeña, cuanto más pequeña más grande, que nos hace sentir bien por dentro y más ricos como personas.
"Ternura es despertarse por la noche abrazado, levantarse cada mañana con el suave beso del amanecer y poder compartir la vida con el apoyo incondicional de otro "( Javier Serrano Copete).
Sentir ternura es amar sin querer poseer, como por ejemplo la que nos inspira un perdedor, el que sufre callado, la humildad del ignorante, la dignidad de un mendigo, la timidez de un feo, el esfuerzo de un torpe, el miedo de un valiente o la valentía de un miedoso, la impotencia del que un día lo pudo todo, los pucheros de un niño que no quiere llorar, esa persona que se perfumó para agradarnos, la nostalgia del anciano, los collares de una negrita muerta de hambre, una mano tendida, una palabra amable, nuestro perro, nuestro gato, la mirada fija de un gorrión esperando su galleta en la explanada de un café...
Hay siempre una constante en lo inmensamente tierno: la limpieza de alma, el salir de lo más noble que cada uno lleva dentro — la timidez bien administrada inspira mucha ternura, así como la gente callada, humilde, generosa, frágil o inocente.
Alguien dijo que solo las personas capaces de sentir ternura son realmente humanas y fuertes. Se dice que la ternura con tacto ayuda a disminuir el estrés, la ansiedad y el dolor y que lo raro será siempre la incapacidad de empatizar. Una carencia crónica de cercanía afectiva puede desembocar en que se pague cualquier precio a cambio de cariño o intente llenarse con sustitutos esa ausencia.
A cierta edad cuando nos sentimos queridos nos salen alas en el corazón...



óleo de Ambrogio Lorenzetti

jueves, 4 de noviembre de 2010

APRENDER A VIVIR

 






En el último diálogo de La Educación Sentimental, Frederic y su amigo Deslauriers hacen la crónica del fracaso de sus respectivas vidas. Flaubert ya en aquella época, también convulsa, perseguía el sueño de un equilibrio entre el conocimiento y las emociones, de poder vivir la vida auténtica e inteligentemente, en aras de conseguir la ansiada meta del bienestar interior, que debe ser el fin último de una vida coherente.
Al día de hoy aún "estamos en ello" sin haberlo logrado, dando palos de ciego, avanzando dos pasos y retrocediendo uno, incapaces de reinventar una sociedad que se ha quedado obsoleta, donde es difícil encontrar paz y felicidad.
En la educación del siglo XXI sigue habiendo una asignatura pendiente: la que enseñe a vivir, esa "educación sentimental" que reclamaba Flaubert, que no es otra cosa que enseñar a pensar y a sentir. Aún sigue haciendo falta cuestionar muchos de los valores establecidos, escasean los referentes válidos para el largo y duro recorrido de nuestra propia andadura vital.
Afirma Damasio que el objetivo de una buena educación es organizar desde la infancia nuestras emociones de tal modo que podamos cultivar las mejores y eliminar las peores, pues las emociones están al comienzo y al final de todos los proyectos y de todos los mecanismos de decisión.
Los niños no sabrán convivir de mayores si nadie les menciona nunca en qué consiste saber ponerse en el lugar del otro, si nadie les ha dado cariño o advertido de que su salud se degradará a raíz de situaciones repetidas de un estrés generado por miedos imaginarios o ambiciones desmedidas.
Hay que enseñar la alegría, la ternura, el amor a la vida y a la hermosura de las cosas, somos en gran medida lo que aprendimos a ser .
Los jóvenes tienen derecho y obligación de conocer unas verdades que solo la experiencia de los mayores les puede transmitir. Dejo como ejemplo algunas que vienen sobre la marcha a mis curtidas mente y memoria de vieja:

Ser competitivo crea desasosiego, y la excesiva necesidad de bienes materiales solo fomenta la insatisfacción, la estupidez y la injusticia.

La paz consiste en tener orden por dentro, en saber lo que la vida nos puede dar y las limitaciones que presenta.

Nada de lo que vale la pena se consigue sin esfuerzo.

La decencia está para praticarla, no para proclamarla.

Mejor que saber mucho es actuar sabiamente.

Cuando las cosas ocurren de cierta manera y no se puede luchar contra ellas, hay que saber asumirlas.

Pobres son las personas que solo tienen dinero.

No se puede ganar siempre ni tener siempre la razón, ceder es sabio y la auto-crítica indispensable.

Sólo se sienten superiores los que no valen nada.

Decir a alguien que sí puede, es ayudarle a poder, todos tenemos talentos y habilidades a veces insospechados.

Hay que aprender a elegir entre ir de víctima o de protagonista.

Hay muchas formas de ser desgraciado pero también hay muchas de ser feliz.

Nuestra escala de valores va a ser el condicionante de nuestros estados de ánimo.

No somos responsables de la cara que tenemos, pero sí de la cara que ponemos.

Quién se aflige antes de tiempo, se aflige más de lo necesario.

Hay que saber dar a cada cosa la importancia que realmente tiene.

Nadie te puede hacer daño sin tu consentimiento, la primera vez será culpa suya, pero la segunda tu eres el responsable.

Aprender a decir No es saber definir los propios límites de independencia y libertad.

No hay que perder la visión global de la vida durante los tiempos difíciles, ni dejar nunca de aprender de las experiencias buenas y malas.
Es importante saber qué libros leer y con cuales no hay que perder el tiempo.

La vida es una larga lección de humildad,
¡Feliz Fin de Semana!
 María


óleo de Corot