jueves, 28 de abril de 2011

EL PARAÍSO PERDIDO








Hace tan solo unos cuatro millones de años un australopithecus se desperezó en la selva una mañana y decidió echar a andar sobre dos patas, empezando una  loca aventura que no paró  hasta hoy y cuyo final desconocemos todavía.
Estudios antropológicos recientes sugieren que la ingesta de alimentos con alto contenido de almidón podrían tener que ver con la evolución de nuestro cerebro, hoy por hoy el órgano más complejo del universo.
Somos los únicos seres vivos de que tenemos noticia con capacidad de modificar el entorno, para bien o para mal. Podemos usar un lenguaje sofisticado, escribir, inventar, calcular, concebir y transmitir conceptos abstractos, avanzar en la ciencia y en la tecnología. 
Tenemos consciencia de nosotros mismos y de nuestro pasado, y podemos realizar proyectos de futuro.
Nos sentimos solos en el cosmos y sin embargo desconocemos el alcance y el destino de nuestra propia aventura existencial : recurremos con frecuencia a sistemas ideológicos y filosóficos con el propósito de encontrar respuesta a los interrogantes que más nos perturban.
Para los científicos la mente es el resultado de la actividad del cerebro, el "pensamiento" define todo lo que ella es capaz de generar, las actividades racionales del intelecto y las abstracciones de la imaginación.
Hemos logrado vivir unos años más, combatir con éxito muchas enfermedades, controlar en gran medida el dolor físico, ser más altos y más guapos, estirarnos el pellejo e incluso reponer o transplantarnos algumas piezas.



David de Miguel Angel


Queda por descubrir el sentido último de la vida,  quizá el camino de retorno  para este imenso hormiguero de almas llenas de prisa, la forma definitiva de enfrentarnos a la soledad y al miedo, a un cotidiano emarañado donde cada vez es más dificil la estabilidad emocional.
Conformamos un abanico completísimo de personalidades variopintas, de cabezas priveligiadas y  de mentecatos, de mentes crueles y otras compasivas, tiranas o sumisas, egocéntricas o generosas.
Seguimos avanzando a velocidad de vértigo hacia un destino incierto, donde a menudo el hombre es el peor enemigo del hombre y del resto de la naturaleza.
Y sin embargo es el trino de un pájaro, la sombra de un arbol o el murmullo de una fuente cristalina lo que continúa sosegándonos la inquietud y la zozobra.
Cuantos más somos, más solos y desprotegidos nos encontramos en el vorágine que nos presiona y nos ahoga. Los que están mejor son los que más tienen qué perder, y de ahí que la incertidumbre también les pueda llevar a veces a un vacío interior insuportable que les arrastre hacia la auto destrucción : a todos nos toca vivir con la esperanza siempre renovada de que cualquier ola asesina no nos barra del mapa en un instante.
Para Teilhard de Chardin, lo esencial es el cambio, la evolución constante que va asociada al Tiempo, haciendo de lo estático lo inexistente.
Para Nietzche sin embargo los valores deben surgir de lo más profundo de las personas : el hombre nacido de la ruptura con los arquetipos tradicionales sería un ser solitario y seguro, independiente e individualista, que no se deje llevar por los valores tradicionales, al contrario de los  débiles.
Es una ironía del destino que la persona que ideó lo " supra humano" ( más conocido como el superhombre), haya tenido que luchar contra la enfermedad desde los treinta años y con la locura desde los cuarenta.
También Albert Camus ha tenido poco tiempo, tan solo cuarenta y siete años, para dejarnos un valioso testimonio literario sobre el absurdo y el dolor, y la búsqueda de un sentido para todo esto.

     "Bajo el sol de la mañana, una gran dicha se balancea en el espacio. Muy pobres son los que tienen necesidad de mitos" ( La Peste)

En el fondo de nuestro ser perdura el espejismo de el paraíso perdido, ese lugar de la sabana de África donde un día un mono se desperezó siendo ya Hombre, pero todavía con la inocencia de un niño.

óleo de Felix Nussbaum





miércoles, 20 de abril de 2011

PONGAMOS QUE TE CUENTO...












"Todo lo ves tras vidrios y ternuras
¿Te acuerdas de la vida?
            ......
Las cosas no se nublan más en tu corazón;
tu corazón ya tiene la dirección del río."  (Miguel Hernandez)





Todos en nuestra vida necesitamos una antorcha que nos alumbre las horas oscuras: la mía eres tú.
Antes te cuidaba yo, ahora empiezas tú a pensar en cuidarme a mí.
Antes "te conformabas con mi mano" (¿te acuerdas cuando no sabía quererte?), ahora soy yo que me conformo con la tuya.
Antes siempre te daba instrucciones, yo que no sé nada, ahora eres tu que no dejas de asombrarme con tu equilibrio y tu prudencia, mientras me enseñas a ser lo bastante madura para tener cada vez menos certezas.
Lo único que me va quedando claro es mi quererte y tu quererme, un maravilloso cariño mútuo e incondicional  aunque tímido, constante aunque vergonzoso, noble aunque callado.
La dispersión me causa ya desasosiego, por eso los buenos amores antiguos y sinceros son como rios azules que siguen puros como una reserva espiritual donde me gusta volver.
Eres tú quién alivia mis ansiedades y alegra mis alegrías, que me das alas cuando levantas vuelo, a quién me doy hasta no ser yo, hasta llegar a romper las cadenas de mi soledad.
Te doy lo que puedo, lo que sé dar, que no es mucho, siempre al hilo de la navaja en el que nos movemos todos, lastimándonos sin querer lastimarnos, empujados por las contradicciones propias y las de la vida.
Hoy tengo ganas de decirte como te quiero incondicionalmente, que es la forma más sublime del querer.


      Não posso amar-te mais,
      ...
      Não posso dar-te mais do que te dou.
      ...
      Aceita esta ternura surda,
      este jasmim aprisionado.

        (Eugénio de Andrade)





óleo de Renoir

viernes, 15 de abril de 2011

LAS EDADES DE NUESTRA VIDA





fresco rescatado de Pompeya


"La vida es una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son." (Calderón de la Barca)


Mi padre vivió treinta años soltero, treinta casado y treinta viudo: una vida distinta para cada una de las etapas que considero que conforman la vida del ser humano.
Durante la primera, sufrimos los cambios biológicos más esenciales de nuestra existencia, primero somos bebés, luego niños, adolescentes, jóvenes, y por fin personas en plena madurez, allá por los treinta años, que viene a ser cuando se nos empieza a acelerar el ritmo vital , aunque todavía de forma casi imperceptible.
Mientras tanto hemos evolucionado físicamente del pañal a la pata de gallo, descubrimos el mundo, el amor, el sexo, aprendimos muchas cosas, estudiamos, forjamos una personalidad a base de gozar y de sufrir, de ganar y perder, de alegrias y fracasos, de sueños y desengaños.
No hemos parado de crecer y de cambiar, y es por eso que los primeros treinta años pasan más despacio, "cunden" tanto, porque cada dia es un reto, un descubrimiento, una nueva aventura.
Luego empieza la segunda parte de la función, con la família propia, hijos, una economía que montar, la profesión donde realizarse o estar puteado cinco dias a la semana; es la época estrella, cuando queremos vivir a tope, arriesgando, haciendo locuras, echando la vida por la borda o cosechando triunfos, la mayoría ganando y  perdiendo, y casi todos haciendo el camino al andar, como debe de ser, sin encontrarlo ya asfaltado.
La cosa todavía marcha relativamente despacio, como en palacio, porque hay mucho por hacer y presuntamente muchos años por delante.
Hasta que llega el día en que, casi de sopetón, nos tropezamos con los sesenta, de repente empieza  la tercera fase, que será la última y siempre nos pilla desprevenidos, ocupados, reaccios a dejar la plenitud — porque después de este invierno no habrá otra primavera.
Curiosamente vamos teniendo la sensación de que "el tiempo vuela", y es raro, porque los años siguen teniendo doce meses y los días las mismas horas como cuando de pequeños un lustro se nos antojaba una eternidad, y nuestros padres, gente del tiempo "de la María Castaña"...
Es la experiencia y la certeza de que ya no tenemos futuro lo que nos hace "sentir que veinte años no es nada, que es un soplo la vida"  como en el tango de Gardel. 
Y sin embargo la última etapa puede ser la mejor, a veces es la mejor, la más sabia, la más sosegada, con los deberes hechos y el único propósito de disfrutar: eso sí, cada cual a su manera, sin cortapisas ni obligaciones, haciendo solo lo que a uno le nazca, rechazando lo que no interesa, lo que desestabiliza o no aporta absolutamente nada: esa es la idea, recoger lo sembrado, acceptarse tal como se es y se ha sido, no alimentarse de recuerdos y batallitas como "el abuelo cebolleta", ni intentar justificar el presente con el pasado — Vivir Aquí y Ahora.
Cuando el espejo nos indica sin piedad los efectos del derrumbe, es el momento de querernos más que nunca, de sentir que nos vamos a mimar y a cuidar más, aunque no haya quedado nadie a nuestro alrededor que aún nos quiera de verdad.
¡No podemos fallarnos a nosotros mismos!
El último tramo de nuestra historia puede muy bien ser el más hermoso, si hemos aprendido por fin qué es lo que vale y qué es lo que no tiene importancia ninguna.
Cuando el tren se pare, habrá terminado un maravilloso viaje que no llevaba a ninguna parte, como siempre habíamos sabido, pero que no por eso dejó de valer la pena.


fresco rescatado de Pompeya

viernes, 8 de abril de 2011

LA INTELIGENCIA AL PODER










 

No caerá la breva de que nos toquen políticos inteligentes, competentes, honrados, desde las altas esferas de la administración a los pequeños municipios. ¡Qué cansados vamos estando de ineptos y corruptos, de gente que nos gobierna y en quién no confiamos!
"La inteligencia al poder" es un eslogan posible para una revolución necesaria, para un cambio radical en muchos aspectos de la sociedad, porque nos sentimos asqueados, deprimidos e inquietos, confundidos, indignados.
Algún día, para aspirar a ser político harán falta unos controles exhaustivos del nivel intelectual y de madurez del sujeto ¡o sujeta!, de su grado de conocimientos y hasta de su catadura moral: con unos mínimos exigibles para tan sublime misión, se hubiesen ahorrado muchos episodios vergonzosos de la historia de la humanidad.
Para tomar decisiones en esta época nuestra tan compleja, llena de incertidumbres y paradojas, debería ser también de consulta obligada la opinión de los mejores científicos, economistas, sociólogos,  filósofos y hasta médicos, arquitectos y también gente de las letras y las artes. Un mundo mejor se tiene que hacer entre muchos, y que estos muchos sean siempre los más competentes. La política, para gente con una contrastada vocación de servicio y honradez, no para ambiciosos y espabilados con ansias de poder y dinero.
El profesor Antonio Rodriguez de las Heras, maestro imprescindible, afirma que, si pensamos en dejar lo que tenemos para conseguir lo que pretendemos, nos enfrentamos a un vacío que nos da miedo, porque la incertidumbre es lo que mas perturba al ser humano; es entonces que el conservador piensa que más vale el mal gobierno conocido que el bueno por conocer, y da un paso atrás, pues quién no avanza retrocede.
Carmen Posadas, aguda periodista, hizo una reflexión sobre el "efecto dominó" en las recientes revueltas de Oriente Medio, opinando que, si bien las redes sociales han tenido su papel, el caso es que siempre hubo revoluciones, que la Historia se escribe a golpe de revueltas populares, con efecto contagio también en todas ellas, de sobra conocidas.
Hay una "ignorancia pluralista" de que hablan los sociólogos, que vendría a ser el hecho de que muchas veces ocurre que las personas se sienten muy hartas de algo, pero no saben que eso le está pasando también a la gran mayoría, y no se atreven a hacer nada por sí solas, se sienten impotentes, hasta que el mero hecho de enterarse  de que existe una extendida voluntad de cambio termina propiciándolo.  
¡Una hoja en blanco está esperando a los que sean capaces de escribirla!


                                                            foto de Gallardo
 



viernes, 1 de abril de 2011

LOS JAPONESES






Pintura de Ando Hiroshige

Muchas tardes cuando me acurruco en el sofá para dormir una siesta, calentita o fresquita según temporada, hago un repaso por el mundo y le doy gracias a la vida por como me está tratando hasta ahora. (Tengo la buena costumbre de fijarme en los que están peor que yo, por eso soy una persona agradecida, porque somos hijos del azar, y hay tragedias devastadoras, personales o colectivas, que van pasando delante de nuestro asombro en vivo y en directo con una frecuencia que desespera).
La historia de la humanidad ha sido siempre eso y más, pero hasta hace muy poco no había televisión, el mundo era enorme y cada palo aguantaba su vela. Solo que ahora el mismo mundo, completamente otro, es una bola cada día más pequeña donde nada de lo humano nos puede ya ser ajeno. Cada nuevo desastre va dejando caer en el olvido el anterior, todo es fugaz, superficial, cada vez hay menos memoria y menos ganas de tenerla, no hay capacidad para tanto sentimiento, a fuerza de querer abarcarlo todo poco se alcanza, y así vamos dejando tocada nuestra capacidad de asombro y compasión, las neuronas espejo tienden a habitar un espejo sin neuronas, donde solo se refleja nuestro propio y miserable retrato.
Y de repente lo de Japón. 
De repente un terremoto y una ola asesina en el país más preparado para estos desastres fué un azote brutal que superó todo lo previsible, seguido ya de ochocientas réplicas, con un 60% superiores al 6,5 de la escala de Richter, y la peor de las pesadillas: una fuga nuclear en tres centrales todavía incontrolada, con efectos aún impredecibles.
Amaneció una mañana con este paisaje desolador  ese pueblo único, referente en muchas facetas, ejemplo de serenidad y eficacia, culto, amable, el país del kabuki, bunraku y noh, del  kyogen,  el haiku, el ikebana y tantas otras maravillas.
Poesía brevísimas, llenas de naturalidad y sencillez, un arte floral con un respeto hacia la naturaleza profundamente arreigado, una ceremonia del té exquisita y mil manifestaciones creativas más que siempre sugieren belleza y armonía, sutileza, auto control y una profunda espiritualidad.

    


Japón es un país que sabe ganar y sabe perder, "Así se triunfa", "Así se sufre", "Así se muere".
Japón asume la gloria y el fracaso con el mismo aplomo y dignidad, es un pueblo con valentía y elegancia, sensible e inteligente, que pone el bien común siempre por encima del personal. 
Los japoneses estan viviendo un momento histórico, no solo dentro de sus fronteras sino a nivel planetario: es la primera vez que la locura nuclear hace que sea más facil comprar en un país superdesarrollado una joya de Cartier o un bolso de Prada que una simple botella de agua potable.
Por desgracia ya no es la primera vez que hay un escape nuclear, y si no ponemos freno a esta carrera demencial, tampoco será la última, ¡y puede que a la próxima, sea demasiado tarde!
La emblemática noria de Daikanransha sigue dando vueltas como la vida misma — cuando alcanza la cima ya solo puede ir hacia abajo, y cuando más cerca está del suelo es cuando empieza a subir de nuevo: ojalá que desde lo más alto se pueda volver a contemplar en breve un Tokio tan espléndido como siempre. 
La primavera empezó cargada de desolación e incertidumbre, esperemos que de los brotes verdes y los cerezos en flor salgan buenos frutos como toda la vida.