miércoles, 29 de febrero de 2012

lunes, 27 de febrero de 2012

EL ESPÍRITU DE LA PIRÁMIDE

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foto de Robert Capa ( guerra civil española )


Hace poco vi salir de clase estudiantes quinceañeros en Sevilla, preciosa ciudad grande y abierta, y debo reconocer que me quedé mirando: algunas de las chicas iban cogidas de la cintura y se besaban en los labios, y lo mismo pasaba con algunos de los chicos, cogidos de la mano en actitud cariñosa y enamorada, todos felices y naturales.
Me quedé pensando con inevitable emoción en el calvario por donde tuvieron que pasar muchos y muchas, como se dice ahora, en las persecuciones de que fueron víctimas indefensas, en el miedo, las humillaciones y el dolor que hizo falta para que estos chavales puedan hoy ser como son e ir por la vida con su orgullo gay bien alto, tan natural como la vida misma. ¡Libres!
Me quedé pensando en como detrás de cada gesto, desde abrir un grifo a llegar a la Luna, hay una historia de esfuerzo y superación de muchas personas, detrás de cada conquista, una guerra sin cuartel, un reguero de sangre derramada, de espíritus valientes y tenaces a quienes debemos Todo lo que somos.
Como si de una pirámide se tratase, veo la gente, montañas y montañas de gente apuntando en la misma dirección, siempre hacia arriba, luchando por las mismas metas —  no es la pirámide de Maslow ni la torre de Babel; salvando todas las distancias, es mi pirámide de la esperanza en el triunfo final de la condición humana, una hermosa pirámide colectiva donde quepamos todas las personas de buena voluntad.
Cuando los avatares de la vida nos empujan para bajo, miramos hacia la cima y nos damos cuenta de que aun estando más lejos del vértice en altura siempre habrá más gente en la base, de que la unión hace la fuerza y que es necesario el esfuerzo de todos para poder izar la bandera de la Libertad, la Justicia, la Verdad, el Coraje, la Dignidad y tantas otras banderas.
Cuanto más grande sea la pirámide y sus conquistas, más habremos triunfado todos.
Solo no tendrán cabida en ella los indeseables, esos siempre irán por libre, ascienden solos y solos caen en el olvido, y si alguno pasa a la Historia es para que todos recordemos lo que no podemos olvidar nunca.
Cuanto más avanza la comunicación, más crece la esperanza de que muy pronto sea gigantesca e indestructible la pirámide de las personas decentes.

miércoles, 22 de febrero de 2012

domingo, 19 de febrero de 2012

EL MILAGRO DE LA VIDA






foto de Vanesa Toledano



      Los viajes son los viajeros, lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos
        (in Libro del Desasosiego, Fernando Pessoa)


La vida en sí misma es hermosa y armónica, delicada y globalmente perfecta, es como un reto, una aventura, un corto viaje por la eternidad. Lo más valioso, los bosques y las aves, los rios y las flores, el aire puro, el bullicio, la buena gente, el poder caminar, reir, ver, comprender, amar...
El planeta da vueltas a gran velocidad envuelto en su pequeñez, en su belleza hecha de incertidumbres,  todo tan sencillo en su complejidad y a la inversa, cada
historia personal  del tamaño de la armonía interior de cada uno,  con un principio y un final irrepetibles.
Hace ya tiempo que en mi jardín vive un mirlo, supongo que muy viejo y con pocas fuerzas para volar, al que le gusto, que no me teme y se siente como en casa, que se pasea por el césped y se para a mirarme. Hoy que ya es primavera, salí al porche y me sentí tan emocionada como si fuese mi padre  que me estuviese mirando desde el infinito, animándome a tirar p´alante con la misma sonrisa cómplice que tuvo siempre – y yo que no creo en apariciones ni en nada, me sentí muy bien por dentro y me dejé llevar...
Entonces recordé que puedo ser lo feliz que me proponga, que solo yo pongo los límites a mi alegría, que si me siento bien todo está en orden, y que si me siento mal todo se va a poner cuesta arriba.
El mirlo negro de pico amarillo me dijo sin palabras que no puedo permitirme la confusión entre la necesaria autoestima y el demoledor autoengaño, que solo desde la autenticidad puedo avanzar y hacer posible la paz para enfrentarme al infortunio, que si no sé administrar la vida, por mucho que se me dé, acabaré por perderlo todo. 



óleo de Brueghel el Viejo

miércoles, 15 de febrero de 2012

domingo, 12 de febrero de 2012

LA SEÑORA DICKENS









Hay personas brillantes y admiradas con una vida "paralela", secreta e inconfesable. Cuando esa circunstancia ocurre con un genio muy conocido, es legítima la curiosidad por conocer todo sobre él, incluidas sus sombras.
Al puzzle de la vida privada de Charles Dickens se ha tardado más de un siglo en ponerle las piezas todas, puesto que mantuvo en secreto sus andanzas, consciente de que su reputación quedaría dañada si se publicaban en la sociedad tan hipócrita de los tiempos victorianos. Él mismo celebró en algunas de sus obras las virtudes de la vida en familia (El Grillo del Hogar, por ejemplo).
Lo que siempre se supo es que fue un hombre que resultaba enormemente seductor para las mujeres, que le gustaban hermosas y casi unas niñas, y que  muchos de sus amores locos fueron platónicos, pese a que, según aseguraba, la vida sexual era indispensable para la salud.
De este galimatías surge la biografía torturada de una mujer, la legítima esposa, como no, Catherine Hogarth, joven delicada y sensible cuando se casó con Dickens, que seguía enamorado de otra que le había rechazado. 
El único escritor capaz de hacer sombra a Shakespeare como el mejor de la literatura británica de todos los tiempos, tuvo diez hijos de veinte embarazos de su conjugue, utilizada a la vez que despreciada por un marido hastiado que la acusó públicamente, para defenderse de un adulterio que ella misma descubrió, de "ser torpe como ama de casa y como madre, y culpable de la carga económica que le suponía tan extensa prole". Quedó grabado como la insultaba desconsideradamente en presencia de hijos, amigos y sirvientes. Tuvo que soportar que Dickens se enamorara entre otras de dos hermanas suyas que vivieron con ellos — Mary murió con diecisiete años, y del cadaver sacó un anillo que llevó en el dedo hasta la muerte, y Georgina, encargada de la administración de la casa, con quién daba largos paseos y que se quedó con él, igual que nueve de sus diez hijos, cuando Catherine se marchó de su casa para siempre. 
Para Dickens las mujeres tendían a engordar y a hacerse parlanchinas y vulgares, "los lírios se volvían petunias", como Flora de La Pequeña Dorrit, mientras él se mantenía filthy charming y su fama literaria no paraba de crecer a la par que su fortuna económica.
Dijo Platón que hay dos tipos de realidades, la de un mundo ideal y la del mundo real en que vivimos, copia imperfecta que tiende a la degeneración: Dickens le confesó a Dostoievski, su devoto admirador, que en él habitaban dos personas, una que sentía lo que debía sentir, y otra que sentía lo opuesto. Por eso empieza Historia De Dos Ciudades  de esta forma tan hermosa:
...." we had everything before us, we had nothing before us, we were all going direct to Heaven, we were all going direct the other way"...

Lo que más conmueve de Catherine Hogarth es que haya guardado toda su vida las cartas que le escribió su marido cuando aún era joven y bonita, y que antes de morir las haya entregado como un tesoro a su hija Kate " ¡Para que todo el mundo sepa que una vez me quiso!"


Catherine Hogarth por Daniel Maclise



martes, 7 de febrero de 2012

domingo, 5 de febrero de 2012

LA JUSTICIA EN ESPAÑA

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óleo de Daumier Honoré




"No seas ni siempre riguroso, ni siempre blando" (D. Quijote).

Hay un clamor a voces de que la Justicia en España no es rigurosa, ni independiente, ni eficaz, ni eficiente ni nada.
Platón dijo que no sabía lo que era la justicia, pero sí la injusticia: no hace falta estudiar leyes para saber a vista de pájaro lo que una sociedad como tal no puede permitir, porque la justicia debe ser la armonía del mundo, el equilibrio natural sobre el que pueda apoyarse el hombre y la vida.
Si la justicia no funciona siempre, si cambia según los sistemas jurídicos de cada país, es que falla el país, sus legisladores y sus jueces — porque a la postre, las leyes las hacen hombres y las ejecutan hombres, lo cual deja la perfección al nivel de la utopía como en todas las cosas.
Todos tenemos miedo a cruzarnos con la Justicia en nuestras vidas, todos tenemos la sospecha inquietante de que el sistema jurídico beneficia a los poderosos y a los que pueden pagar buenos abogados, de que estamos desprotegidos y  que hay confusión y desconcierto en la mayoría de las sentencias.
Todos creemos que los vocales del Consejo General del Poder Judicial deben ser elegidos directamente por los jueces, que hay que modernizar y agilizar los juicios, que la justicia se debe aplicar a tiempo y bien, y que todo el que se sienta desamparado debería pode confiar en ella. 
Pero por desgracia no es así, y para muestra un botón: el juez Baltasar Garzón, conocido internacionalmente por su brillante y valiente trayectoria, siempre del lado de los oprimidos, se sienta ahora en el banquillo de los acusados, teniendo que escuchar, y nosotros con él, como el abogado de una trama corrupta comprobada pretende darle lecciones de ética y dignidad.
En otro juicio (¡está triplemente imputado!), le toca defenderse de las acusaciones de la ultra derecha española por investigar crímenes del franquismo y querer abrir fosas comunes por deseo de los familiares de las víctimas de la represión franquista.
Como afirma el gran hispanista Ian Gibson, "las heridas siguen abiertas porque las fosas siguen cerradas".
El juez Garzón confía en que este juicio contra él sirva para encender un debate público sobre la era franquista, todavía acallada, y para revocar la ley de Amnistía.

" Que se busquen otras excusas y otras disposiciones legales en las que se puedan proteger de forma vergonzante, pero que no se amparen en la Ley de Amnistía de 1977, que no se dictó para ellos.
(Jaime Sartorius, miembro de la Comisión Parlamentaria que redactó el proyecto de Ley de Amnistía, en representación del PCE)

mural de Cesar Valverde

miércoles, 1 de febrero de 2012