martes, 30 de junio de 2015

viernes, 26 de junio de 2015

EL AMOR Y EL TIEMPO







obra de Aristid Maillol




A los dieciocho años Antonio se había enamorado hasta las trancas de una morena bajita que no era la más guapa ni la más nada. Estuvieron de novios un año y cuando rompieron se sintió morir por dentro, le dijo llorando que si algún día lo necesitaba él acudiría enseguida. No volvió a saber de ella mientras se convertía en uno de los mejores cardiólogos del país, ganaba prestigio y dinero, fundaba una familia y etc. Perdidos en un cajón dejó olvidados el anillo devuelto junto a una corbata a rombos, y en un rincón de la memoria con poco uso guardó el recuerdo de ese amor imposible que quedó colgado para siempre como un sueño hermoso, impoluto, sin recurrido ni final.  
Pero pasados casi cincuenta años, cansado después de remendar el corazón a un paciente más, le sonó el móvil en el bolsillo de la bata blanca y era Elisa, esa que no había querido que su historia sentimental fuese otra distinta: le pedía angustiada que operase a su hija, que se trataba de una intervención urgente y delicada y que no conocía a nadie para ayudarlas mejor que él.
Al día siguiente, mientras esperaba de pie en la tercera planta de la clínica notó que las piernas le temblaban, como aquella tarde aciaga en que le abandonó para siempre. A la hora exacta se le acercaron las dos mujeres, caminando en silencio por el pasillo largo como los momentos inciertos en que el tiempo se detiene. La una era ya mayor, sin brío ni frescura, elegantemente discreta, y la otra... ¡era ella!, igual que siempre, la misma sonrisa, la misma piel de seda y canela, la misma mirada color miel, intensa y sin embargo suavísima, la misma voz llena de música, las mismas manos de dedos largos y finos, el mismo pelo, todo tal como era y tal como hacía ya casi medio siglo, llevaba clavado en el corazón sin saberlo.






obra de Irene Sheri



jueves, 18 de junio de 2015

lunes, 15 de junio de 2015

DECENCIA









óleo de Edward Hopper




Nadie es el más decente cuando nunca ha tenido ocasión de dejar de serlo, ni tiene la patente de la generosidad si no tiene mucho dinero y lo reparte o si no hace algo bueno a cambio de nada. 
Cuando se nos termina la pureza de la infancia empezamos a montar una vida, nos la inventamos, creamos escenarios con palabras a medias y silencios que son mentiras, nos vestimos de quimeras e ilusiones para impresionar y poder soportarnos. 
La decencia por dentro es complicada y sutil, puede que en el fondo seamos egoístas, ambiciosos, envidiosos, presuntuosos, bellacos, traidores, bordes, falsos, crueles, violadores, pedófilos, racistas, sexistas, embaucadores, estafadores o lo que sea, pero eso solo tiene que importar a quién deba o quiera querernos. Lo innegociable, lo inadmisible en una sociedad civilizada, es que alguien pueda "ejercer" impunemente de impresentable.  



mural de Fra Angélico, fragmento





sábado, 6 de junio de 2015

viernes, 5 de junio de 2015

PEQUEÑOS MUNDOS






obra de Aristid Maillol



Toda vida es una historia entre trillones y cada uno aspira a ser feliz con lo que le ha tocado, no diluyéndose en el caos del universo como cosa sin sentido. Vamos guardando amorosamente los recuerdos de lo vivido, fotos, cartas, aquella flor disecada, aquél pañuelo, aquella caracola, aquél amanecer, un anillo, un perfume, una música, un soneto...
Al final del recorrido, los que alcanzan el tiempo de tener tiempo echan mano de sus preciadas reliquias y miran hacia atrás con emoción, sabedores en carne propia de que la vida pasa muy rápido. Llega el momento entonces de borrar con lucidez y sosiego las pisadas de lo que fue un camino, uno de trillones: es aconsejable dejar a los que vienen detrás los cajones limpios y vacíos.





obra de Olga Sumorova