sábado, 10 de marzo de 2018

ELOGIO DE LA SOLEDAD





obra de Annie Walke


Hay una soledad de espacio
Una soledad de mar
Una soledad de muerte
Pero estas son multitud
Comparadas con ese lugar profundo
Esa soledad polar
De alma como huésped de sí misma.
Finita infinitud.
     (Emily Dickinson)


La soledad es una isla deshabitada donde casi todos llegamos algún día, náufragos del tiempo, del azar, del progreso, del materialismo, del desarraigo, de la miseria o de lo que sea. Acabar la vida solo, es el destino de muchos millones de personas en las sociedades avanzadas, pero quedarse sin gente alrededor no tiene porqué ser  una condena: ante ese toro que tarde o temprano muchos hemos de torear, lo más aconsejable es ser fuerte, reencontrarse a uno mismo como a su más fiel compañero, olvidar la necesidad de poseer o pertenecer a alguien  — los afectos son un gran tesoro, pero puede que llegue un momento en que ya no quede nadie alrededor de quién esperar algo, a cambio de cosa ninguna. Llega entonces la hora de mirar para dentro y quizás llevarse la grata sorpresa de que teníamos infravalorada nuestra propia compañía. Para Schopenhauer (El Mundo como Voluntad y Representación) es mediante la introspección que se accede al conocimiento esencial del yo, que él relaciona con la voluntad de vivir: el estado ideal de las personas con nivel alto de inteligencia sería la soledad, necesitando compañía la gente que no se encuentra bien consigo  misma y se aburre; los "espíritus elevados" no se preocupan por lo que hacen los demás ni por lo que opinan de ellos, el miedo a ser un solitario, según el filósofo alemán, es propio de los débiles, de los seres incapaces de un crecimiento interior.
¡Quién sabe sí, en nuestro mundo cada vez más intercomunicado y sin embargo más impersonal y deshumano, el sentido de una vida valiente no tendrá que pasar por un pacto honesto con la soledad, tal como opinó García Marquez!