martes, 25 de febrero de 2014

jueves, 20 de febrero de 2014

TODO PASA




pintura al pastel de Regina Dorland Robinson



Todo lo que tiene un principio acaba, nada es para siempre, cada instante sucede una sola vez en la historia del universo, la vida es ahora, nuestro tiempo fluye como un río y nunca se puede regresar. Pasa la gloria y el fracaso, la gente que creíamos eterna y la nefasta, las grandes pasiones y los grandes desengaños, la hora del esplendor en la hierba y de las ciclogénesis explosivas, todas las heridas acaban por cicatrizar aunque el tiempo del dolor nos parezca interminable.
Pasa el miedo al futuro porque el futuro siempre llega, pasan las burbujas y las crisis de la infamia y también acaba pasando el rastro de desolación que dejan a su paso.
Los recursos de la tierra se agotan y el consumismo salvaje está destrozando el planeta: es obvio que si sobramos tantos, forzosamente tenemos que pasar por un desajuste entre el número de viejos y de jóvenes si queremos resolver de una vez el problema de la superpoblación.  
Ser previsor cara al futuro es conseguir unas políticas globales inteligentes — para que dentro de cien años, que no son nada, no sobre ni un viejo ni un niño — y también solidarias, para que mientras tanto no haya los impresentables de siempre practicando el consabido "sálvese quién pueda, yo el primero".
Que en la vida todo pase es un buen reto para tomarla como una aventura, tejiendo con emoción y delicadeza nuestra particular cadena de sueños y pesadillas, casi siempre distintos a los que habíamos imaginado. Lo que no puede ser no puede ser, pero hay muchas cosas buenas si sabemos descubrirlas en este nuestro planeta azul, tan bello y tan inquietante a la vez.
Por lo demás, las buenas canciones son siempre de amor y miserias, como dijo Brassens.


óleo de Thomas Millie Dow

miércoles, 12 de febrero de 2014

jueves, 6 de febrero de 2014

TAN LEJOS,TAN CERCA





óleo sobre tabla de Giovanni Battista Cima



Hace 200.000 años el hombre tomó un desvío en la ruta animal, y con tan solo un 2% de diferencia entre su genoma y el de los chimpacés, no ha parado de aprender, descubrir, inventar, modificar el medio ambiente, conocer y evolucionar — algunos nos cambian a todos y todos seguimos a algunos, sin ideas propias, pequeños, miméticos, capaces de grandes gestos ideales pero también de las mayores bajezas. Como siempre. 
Sin embargo la estructura cerebral de las emociones sigue siendo la misma de cuando en la selva estábamos contentos o asustados, por lo que la tecnología y el desarrollo no nos abren la puerta de la prisión de nuestra inmensa soledad.
Hoy internet es como un trozo de Dios, la última ilusión de que alguien esté siempre allí pendiente de nosotros haciéndonos creer que somos estupendos, y la sobredosis de información es la última manera de invadirnos y dispersarnos: cada vez hay más gente, y por lo tanto más de todo, de sabiduría, de arte, de ciencia, de triunfos y fracasos, de alegrías y miserias poniendo a prueba nuestra capacidad de saber y de empatizar — nos enteramos puntualmente de lo que pasa en el mundo entero con toda clase de detalles, pero ya no nos comunicamos con el vecino de enfrente. Vivimos mil vidas y ninguna es la nuestra, no sabemos donde buscarnos, nos vamos desorientando paulatinamente como las ballenas varadas en la playa, mientras el mar manda mensajes que no atendemos, porque estamos ciegos y sordos, volviéndonos más enajenados día a día. 
Como dice Manuel Vicent, puede que alguna vez tengamos que arrojar a un pozo la tecnología punta para poder recuperar el sosiego, la intimidad, y dejar de ser "un planeta que navega por el universo con semejante gallinero"....



óleo de Kirchner