domingo, 7 de octubre de 2018

EÇA DE QUEIROZ






Tela de Paula Rego , de la série O Primo Basílio



Leer enriquece el espíritu, nos abre horizontes, nos enseña y nos  capacita para distinguir la buena literatura, la mala, la genial, la mediocre y eso...
Cuando imaginamos el futuro tenemos un cierto miedo y hasta un cierto vértigo, pero volver al pasado es siempre interesante, a esa vida a veces tan cerca y sin embargo ya tan lejos como el siglo XIX, por ejemplo, de la mano de un escritor como Eça, por ejemplo, con la seguridad añadida de pasar un magnífico rato. El autor de Os Maias y de tantos otros títulos, siempre brillantes, que nunca defraudan, hace un repaso fiel y entretenido por la vida de la clase media portuguesa de entonces a través de personajes y situaciones inolvidables, con un estilo impecablemente suyo. Puede relatar momentos intensísimos o hasta delirantes sin involucrarse, lo cuenta todo con una cierta distancia, como con curiosidad y extrañeza, desde una lejanía socarrona, colando la realidad por el filtro de una sutilísima ironía y un sentido del humor inigualables. Del chic parisino importado para presumir a la vulgaridad de una burguesía provinciana, de las debilidades de la carne a las del espíritu, de las luces a las sombras de un país que sufría entonces un retraso endémico, escaso de inquietudes y con el poder del clero en las consciencias: su obra es el retrato magistral de una sociedad decadente hecho por un escritor abierto a los nuevos tiempos y muy viajado para la época, diplomático de profesión, un cosmopolita genial.
Falleció tempranamente en París, no sin antes haber reconocido algunos valores de su patria y también que bajas pasiones se  encuentran allá por donde se vaya.
Traducido a más de veinte idiomas, es considerado uno de los representantes más ilustres de la literatura portuguesa.
Emile Zola dijo de él: " Los portugueses tienen un gran escritor como Francia cuenta pocos."

"— Que raiva ter esquecido o paiozinho! Enfim, acabou-se. Ao menos assentámos a teoria definitiva da existência. Com efeito, não vale a pena fazer um esforço, correr com ânsia para coisa alguma.
Ega, ao lado, ajuntava, ofegante, atirando as pernas magras:
— Nem para o amor, nem para a glória, nem para o dinheiro, nem para o poder..."
     ( Os Maias)