jueves, 28 de febrero de 2019

LA NEGRA CRUZ DE LA AGRESIVIDAD






obra de Antonio Berni




Se respira en el aire una agresividad asfixiante, está en nuestras vidas, no podemos obviarla, ensucia los días y las almas como las partículas tóxicas, se infla como un globo, porque toda violencia siempre provoca el efecto rebote de acción-reacción. En las Redes se vomitan constantemente descalificaciones y falsedades tan llenas de odio como de faltas de ortografía, se chilla e insulta por doquiera, en el Parlamento, en los medios en general y en las familias en particular.
Como afirma Manuel Vicent, "el insulto es el último recurso cuando los argumentos de la razón han fracasado": es una falta de inteligencia, de catadura moral, de elegancia, de respeto, de prudencia, de generosidad, de tantas cosas fundamentales para una convivencia normal y decente. La crispación se contagia como la sarna, es un cáncer para la salud mental y la estabilidad emocional, interfiere en nuestra paz y armonía interiores. Por desgracia arrastramos desde que empezó la raza humana el estigma de ser el único animal capaz de agredir a los de su propia especie, y esta maldición va a más, sin tapujos ni diques que la contengan, con unas consecuencias nefastas.
Tal vez se frenase este ímpetu devastador de malgastar nuestro tiempo tan escaso, si de vez en cuando cayésemos en la cuenta de que al mundo se le estiman unos 13 800 millones de años de existencia y que el planeta en que vivimos lleva girando 4 500 millones, hasta ahora, año arriba, año abajo. ¡Que no somos nada, que "es tan corto el amor y es tan largo el olvido"!