Angustiado de condición, ansioso, neurótico, con un principio de vida gris, carne de psiquiatra, supo y pudo salvarse de la cochambre de cada día de una forma magistral dando la vuelta a todas las miserias a través de su enorme lucidez, aliñada con una fina y brillante ironía. Riéndose de la condición humana y de sí mismo en cualquier circunstancia, se ha escudado contra la simpleza o la vulgaridad.
No hay duda de que la risa reconforta, calma, es saludable para el cuerpo y la mente, nos limpia el sótano de fantasmas. Una rotunda carcajada, aunque rara como la ola perfecta y siempre muy anhelada, nos alivia de turbulencias mentales, nos deja limpios, ligeros, satisfechos. Mientras somos capaces de reír es porque no todo está perdido, y si nos tomamos con humor a nosotros mismos, es porque aún no hemos agotado la frescura y el optimismo. Solo los necios se toman demasiado en serio, como refirió Unamuno: "Lo sabe todo, absolutamente todo. Figúrense lo tonto que será"...
— Puedo encarnar a una persona desilusionada, pero en la vida real no soy cínica, ¿verdad? Creo que todavía conservo la mayoría de mis ilusiones. (Lulu)
— Aférrate a ellas. Las ilusiones nos hacen falta. Sin mentirnos a nosotros mismos, sería difícil sobrevivir un día más. (Sachs)
Crecer en Manhattan, Gravedad Cero