Somos ya casi ocho mil millones de personas, más las que hemos sido, todas distintas y sin embargo siempre con algo en común, aunque solo sea nuestra condición humana: cada segundo están empezando y terminando millones de vidas. Dentro de unos límites físicos de corto recorrido, los matices psicológicos son variadísimos y las combinaciones casi infinitas, como en la lotería. Se puede ser relativamente bueno o relativamente malo, noble o miserable, sincero o mentiroso, auténtico o manipulador, humilde o narcisista, amable o insensible, generoso o mezquino, solidario o ególatra, compasivo o cruel, honrado o corrupto, encantador o aburrido, profundo o superficial, positivo o pesimista, brillante o mediocre, tranquilo o nervioso, sensato o alocado, activo o vago, valiente o cobarde, ordenado o caótico, pacífico o agresivo, educado o grosero, elegante o vulgar, y así un largo etcétera de atributos aleatoriamente distribuidos y en distintos grados, por toda la raza humana desde sus albores. Nadie es un cúmulo de virtudes ni de imperfecciones, aunque a veces tan solo alguna sea suficiente para hacer del sujeto un genio o un canalla. Hay gente de todo pelaje, unos que son un dechado de cosas buenas y otros que tienen todos los ingredientes para ser intragables; quienes les gusta compartir generosamente lo que saben y los que usurpan méritos ajenos en provecho propio; son muchísimos los que necesitan aprender, leer, escuchar buena música, viajar y así, pero también los que todo lo hacen sin convicción ni provecho, tan solo para poder presumir de ello; unas personas son creativas, con mucha imaginación, y otras parece que tengan un disco duro en el cerebro y no hagan más que repetirse; hay individuos modestos y los que van de iluminados, aunque en el fondo sean unos pobres diablos que se creen lumbreras: suelen empezar sus intervenciones semi cerrando los ojos y con la coletilla "¡vamos a ver!", como quien va a arreglar el mundo y tiene la condescendencia de hablar para los tontos que tiene alrededor — pero al final algunos no son capaces ni tan siquiera de arreglar su propia vida.
En fin, todos hacemos lo que podemos y sabemos, poco o mucho, la mayoría no somos gran cosa, lo importante es estar sanos física y moralmente y disfrutar lo que se pueda. Por lo demás, todo es relativo, dijo Cicerón que "si hacemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenas personas". Por ejemplo...
Onde vais buscar estas pinturas?! São sempre muito fortes.
ResponderEliminarSim "somos" de uma variedade assustadora e ao mesmo tempo todo igualados pela condição humana e pela eterna pergunta (que muitos não fazem, é certo) - "Quem somos? De onde vimos? Para onde vamos?" - e vem-me logo à cabeça o maravilhoso quadro do Gauguin que nos dá vontade não de pensar nisso mas de ficar a olhá-lo... eternamente.
Uns são assim, os outros o contrário, os outros são as duas coisas. Como dizes bem: " y así un largo etcétera de atributos, aleatoriamente distribuidos por toda nuestra raza". E aí, na diferença, é que nos definimos, nos encontramos e há também os que nunca se definem nem se encontram.
AChei muita graça ao que dizes dos tais "iluminados" aunque en el fondo sean unos pobres diablos; incluso algunos empiezan siempre sus intervenciones con la coletilla "¡vamos a ver!!", dicha con una pachorra complaciente, como quien va a arreglar el mundo y tiene la deferencia de hablar para los tontos que tiene alrededor (esto se ve bastante en Televisión y Radio...), o que sabe tudo, está acima dos outros mas é "incapaz de arreglar tan solo su propia vida."
Se calhar esta é a maioria dos humanos parvos e convencidos. Mas com um pouco de generosidade penso que a maioria não é asssim...
E, se formos indiferentes e cínicos _ como dije Cicerón, "si hacemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenas personas". Mas...nem sempre!
Beijinhos