domingo, 26 de septiembre de 2010

MODAS, MODOS Y MODALES

                                                                    




                                              mujer girafa



La moda no es un fenómeno efímero, vano y sin fundamento , es parte integrante de la historia del Hombre a través de los tiempos. Desde que dejamos de andar a cuatro patas, empezó nuestro afán de pintarnos  y adornarnos con cachivaches variados, en un deseo de embellecernos que nos honra, puesto que, viniendo directamente del mono, cualquier mamífero de la selva nos daba cuarenta patadas, nunca mejor dicho. Donde esté la bellísima piel de un tigre o una cebra, que nunca envejecen, o los ojos de un lince o una gacela, sin patas de gallo...enfin, ¡que hacemos muy bien aseándonos y acicalándonos para intentar gustar y gustarnos!
Con la evolución del homo sapiens, la vestimenta pronto se convierte también en una oportunidad de ostentación de riqueza, de poder y de rango social. 
La forma de vestirnos viene siendo, desde la Antigüedad clásica, impositiva, como casi todo en sociedad, una especie de dictadura que nos imponemos voluntaria y resignadamente.  Vestimos según los cánones de cada época, por no decir de cada temporada — si no nos gusta quedar anticuados, un poco "out"!
Eso sí, en lo centros de compra nos dan ese pequeño margen de opción a un estilo propio ( dentro de unas coordenadas limitadísimas) que nos va a definir, porque el atuendo es nuestra primera carta de presentación.



óleo de Luis XIV
                        
   
La evolución histórica de nuestra indumentaria tiene sus propias implicaciones sociales e ideológicas, de tipo moral y estético, nos vestimos según los cánones de cada época, de cada historia y de cada geografía.  Los  creadores  de la moda visten unas costumbres que la sociedad va imponiendo, y así, gracias a los más iluminados y atrevidos, nos fuimos liberando de la tiranía de corsés y miriñaques, pelucas empolvadas y faldas de globo o ( los caballeros) de calzones cortos con medias de seda y zapatos de tacón y hebilla o lazo,  casacas de brocado y sombreros de tres picos, por ejemplo...
La moda con el tiempo se va haciendo más ponible y democrática,  pero  sigue imponiéndosenos, implacable y tirana, casi siempre para bien: las señoras pudimos enseñar las piernas, cortar el pelo  o dejarlo larguísimo, usar pantalones, y los hombres  ganar también en variedad y comodidad, todos nos liberámos de pasar años de negro por los lutos, enfin, la razón se va imponiendo,( sobretodo a medida que la voz de la iglesia pierde peso).
Es curioso ver como la moda siempre acaba por imponer su  ley, he visto señoras antaño  recatadísimas enseñar más de lo necesario, y señores  respetabilísimos en sus respetabilísimos trabajos, vestidos de carnaval en la explanada de una playa, y me pareció genial y divertido: soy amante del buen humor  hasta en la vestimenta.
En cuestión de modas, nunca digamos "de este agua no beberé", nunca démos por inegociable, (¡un suponer!) que al llegar las arrugas en toda su crudeza, no acabemos claudicando, y poniéndonos unos morros de besugo para eliminar el dichoso código de barras,o rellenando las mejillas derrumbadas...He visto octogenarias míticas en televisión luciendo una piel tan estirada como la de un tambor, sólo que llevan tantas capas de relleno ( se les cae por la ley de la gravedad, y hay que ir poniendo más), que aparecen hinchadas, como mordidas por un enjambre de abejas — y lo digo desde el respeto, que cada uno hace con su cara lo que le parece, ¡ya quisiera yo arreglar la mía!

modelo de Ágatha Ruiz de La Prada 

El que diga que no le gusta gustar, seguramente está mintiendo, nos gusta que se nos vea, no es agradable cuando nos convertimos  en la calle en seres completamente transparentes, ignorados, cuando ya nadie se fija en nosotros, ¡como si no existiésemos! Es cruel e injusto, en una sociedad  con un afán cada vez mayor de   protagonismo, donde hay gente que haría cualquier cosa con tal de ser famosa, salir en los medios, ¡aunque fuese un minuto!: "llamo la atención , luego existo". 

tribu urbana
                         
La verdad es que no es tan difícil hacerse notar, nos basta con  saltar  a la torera alguna de las normas férreamente establecidas — todo el mundo nos ignora, hasta que pisemos la raya de la normalidad, porque entonces absolutamente todos nos señalarán con su dedo censor: alguien anuncia que va quemar el Corán, y su imagen recorre el mundo en veinticuatro horas; alguien hastiado de una vida perra se sube a un campanario con intenciones de terminar con ella, y reúne a cientos de personas que pasaban por ahí, entre ellas algunas dispuestas a todo para impedir que se vaya de este mundo. Somos así de particulares...
Necesitamos emociones fuertes para esquivar una rutina que no siempre es de nuestro agrado, y eso lo saben muy bien los responsables de las tertulias televisivas, que tan de moda están. Sé de buena tinta que dan instrucciones muy concretas a sus tertulianos: ir a la yugular del contrincante, jugar sucio, ser soez, barriobajero, ordinario, chillar, insultar.
Por desgracia parece ser que es la única forma de engrosar los tan anhelados índices de audiencia, de no aburrir al personal a punto de quedarse traspuesto en la butaca del salón.
Qué tiempos...
                                                            

miércoles, 22 de septiembre de 2010

"LA VIDA ES BELLA"








A todos nos impactó, de una forma u otra, esta oscarizada película de 1997.
Hay que seguir denunciando siempre en toda su crudeza el tema del nazismo y otros muchos,   tenemos la obligación moral de seguir padeciendo los horrores escenificados o los reportajes en directo hechos por personas que a menudo arriesgan la vida para que haya testimonios sangrantes de como fue, de como pasó. No queda otro remedio que saber, que desesperarse conociendo la parte más vergonzante de nuestra condición.
Pero llega un momento, cuando uno cree que, de tanto que lleva visto ya casi tiene perdida la capacidad de asombro, en que surge dentro del alma una necesidad de escapar, de buscar refugio en un mundo donde protegerse de tanto dolor   improductivo, de intentar, por un simple ejercicio de equilibrio mental, cosas más refrescantes. Llega a producir pudor enseñar o ver la miseria de los demás, por ejemplo, las piltrafas humanas de los campos de exterminio apiladas como basura, desnudas, empujadas con palas hacia fosas comunes donde ya da lo mismo un rostro que un trasero: dentro de cada uno de esos despojos hubo un día una persona llena de dignidad y de sueños, quizá hermosa, inteligente, luchadora, enamorada, que seguramente por dentro mantuvo hasta el final su coraje y su grandeza moral, ¡su elegancia!, pese a tan insoportables niveles de desolación.
Es muy duro ver una y otra vez las imágenes de la gente a quien el destino machacó, y por eso con la película de Benigni se siente una emoción hecha de alivio: tiene que ser posible sonreír a un niño hasta el final, mantenerlo ajeno al dolor en medio de la ignominia. Los niños brindan a veces la oportunidad de convertirnos en héroes, por hacer sonreír a un niño somos capaces de cualquier cosa, solo ellos pueden sacar lo mejor que llevamos dentro, lo más noble y lo más creativo.
"La Vida es Bella" es un canto al Amor, a cómo darnos es la salida que nos libera de las cadenas, nos redime, nos justifica. 
Por eso la película es tan hermosa, porque en medio del caos, la inocencia de un niño triunfa de la maldad de los hombres y los hace todavía más pequeños y cobardes.
                                                                         
                                                                
obra de August Macke

                                                       

martes, 14 de septiembre de 2010

LAS VENTANAS DEL CORAZÓN






Foto de Steve McCurry




Me gusta la cara de la gente, cuando miro las nubes casi siempre termino por ver el rostro de una persona, normalmente un viejo con una nariz imposible y largas barbas, que rápidamente se van diluyendo.
También me gustan mucho  los retratos al óleo, y me parece curioso que las personas estén siempre tan serias, seguramente fué por eso que la media sonrisa de la Gioconda la ha convertido en la retratada más famosa del mundo... A lo mejor es que sonreir parece poco solemne para tan importante momento, el de inmortalizar tu rostro caduco!
Hay una teoría curiosa sobre la sonrisa: el hombre primitivo enseñaría los dientes para avisar al enemigo del poderío de su dentadura (sobretodo si no le faltaban todavía muchas piezas...), y de la entereza de su ánimo. Con el tiempo esa mueca se iría convirtiendo en algo amable — por lo menos cuando sonreír es algo más que estirar los labios. Pero, bien pensado, quedan en ciertas sonrisas resíduos de esa finalidad primaria ("¡¡Dientes, susurraba la Pantoja a su amado, acosados por paparazzis en tiempos difíciles con la Justicia, Dientes, que es lo que les jode!!").
Lo mismito deben pensar los políticos, digo yo, cuando lucen esas dentaduras blanqueadas en los momentos más chungos, por ejemplo  al perder estrepitosamente unas elecciones que daban por ganadas, o cuando están gobernando y todo va de mal en peor. La gente suele preguntarse airada: "¿¡¿¡ pero de qué demonios se rien ?!?!"    
Lo mismo les pasa a los condenados por corrupción y estafa: salen de los juzgados declarándose inocentes entre amplias y dicharacheras sonrisas.  Siempre creí que, si a alguien le acusan de un delito que no ha cometido, atentando gravemente contra su honor y dignidad, debería espumar de rabia e impotencia y no lucir semejante semblante de satisfacción.
Pero no he venido hablar de las falsas sonrisas, sino de las de verdad, que son las que me importan.
Una sonrisa amable, dedicada a alguien concreto, es como una carícia, un acto de generosidad que enriquece al que la da y al que la recibe. Hay personas de sonrisa fácil, amena, cálida, y las hay que no sonrien nunca, ni para una foto, ¡con lo mal que se sale sério! Yo personalmente prefiero que me sonrían, aunque sea un tic nervioso, una costumbre distraída, una falsedad, una hipocresía, me da igual, antes eso que una cara de asco, por muy auténtica que sea...
La otra gran ventana que habitamos es la mirada. La mirada define a la persona, es una seña de identidad ( a menos que se sea ciego o estrábico, es evidente)...
La mirada.
Nada llega más hondo que la mirada de un niño: perder el referente de esa transparencia primera, incontaminada, sería como no volver a poder saber donde está el norte y el sur, sería como si olvidásemos para siempre a qué huele una flor o a qué sabe una fruta.
Luego esos mismos ojos que nos conmueven tanto, irán perdiendo la inocencia a medida que se llenan de contenido, en un proceso complejo pero bello que todos sabemos.Vamos entonces encontrando por el camino ese abanico de miradas, las que nos inspiran ternura y las que nos inspiran rechazo, las discretas, las misteriosas, las seductoras, las asustadas, etc.... Hay quién gasta una mirada dura para esconder sus flaquezas y quién mira por encima del hombro desde su podio de soberbia. Hay miradas de sano orgullo y miradas serviles, las hay de esperanza y las hay de rendición — y hay quien, en situaciones extremas, te rompe el corazón con una mirada en que sobran todas las palabras.
La inteligencia o la vulgaridad estan patentes en la forma de mirar. Hay miradas extraviadas, de quien se entera de poco y las hay igualmente extraviadas de los que creen que se enteran de todo. Las hay guasonas, alegres, pizpiretas, atrevidas, que seducen sin proponérselo, y las  que se creen seductoras y se equivocan.  Hay miradas impenetrables, inexpresivas, que nunca te dejan adivinar lo que hay detrás y las hay que son como el cabecero de lo que se está diciendo — se puede estar pidiendo perdón y decir con los ojos que no se está arrepentido y al revés, se puede estar insultando a alguien y con  la mirada estar diciéndole que se le sigue queriendo. También están esas miradas con una carga erótica muy superior a un desnudo integral...
Con la mirada se ama, se desea, se acaricia, se halaga, se ignora, se desprecia.Y también se humilla, por desgracia, con unos ojos indiscretos y atrevidos clavados en la llaga que otro intenta llevar con disimulo, una cojera, una obesidad, lo que sea — una carga de esas que te dá la vida y que esta sociedad tan absurda convierte sin compasión en un castigo.
¡Si nos mirásemos de frente con miradas limpias y generosas, seríamos más felices, tanto los que diésemos como los que recibiésemos!
Dejo algunos retratos que me gustan especialmente

                                   Rembrandt                                                 Durero

Rosetti
Botticelli


Tiziano


El Greco

Vermeer

leonardo da Vinci



Van Dyck

viernes, 10 de septiembre de 2010

MIEDO,TENGO MIEDO...




óleo de Durero (siglo XVI)




No deja de ser curioso el que sean las sociedades más seguras las más atemorizadas, pero es que hay un miedo social, que no es inherente a la naturaleza humana, es un miedo que se aprende, con una endiablada relación causa-efecto: quanto más hay que perder, más miedo. 
Desde los miedos primitivos del hombre de la selva a los del siglo XXI, la historia de este sentimiento atávico se fué complicando mucho, tanto en la rama de las neurosis colectivas, ya  globalizadas, como en la de los miedos de "traer por casa", esos con que cada uno compone su miedología privada....
 Los "grandes miedos" son cada día más indeterminados, cambiantes e impredecibles: ¿qué nos toca temer ahora mismo —  que suba el mar, una fuga radioactiva, una bomba en el metro quizá, la invasión amarilla, un trozo de satélite que nos pueda caer en la cabeza? Difícil  elección, y cargar con el peso de la incertidumbre de todo lo que pueda ocurrir,  es  francamente demasiado para el body...
En los tiempos de la guerra fría entre Estados Unidos y  Rusia, la cosa todavía se podía controlar,  y entonces hubo muchos ricachones que precavidamente se hicieron construir un refugio anti-atómico, pués la gente con poderío no se va resignar a morir por una tontería, ¡total, una guerra atómica! — cuando todo hubiese pasado, (que además iba a ser rapidito y muy limpio), salían del zulo, ¡ y a vivir, oye!
 Pero al día de hoy, como los grandes peligros  son cada día más  surrealistas, nos alimentamos y retroalimentamos de pequeñas y domésticas complicaciones a " nivel miedo", con las que ir adornando nuestra historia particular , llenándola de sufrimientos inútiles y absurdos. 
¿En qué nos puede ayudar la anticipación  al dolor, o al fracaso, o a lo desconocido? El miedo a actuar o a quedarnos parados, el miedo a la carretera o al avión, a propasarse o a quedarse corto, miedo a no estar a la altura, miedo a ir y miedo a venir, al qué dirán, a hacer el ridículo, miedo a la miseria (ataca más a los ricos), miedo al futuro, miedo al pasado, miedo a la muerte, miedo a la vida, miedo a los asesinos y a los violadores, miedo a las inundaciones y a los terremotos, a las multitudes, a los chinos, a los moros o a los ciempiés, a la gripe A o a las vacas locas, a los virus o a los ascensores —¿ qué más dá, si todo el miedo nos paraliza y nos aterra, nos corta las alas de raíz?
¿Si todo a la vez no nos puede tocar, porqué cargar con tamaño peso?
¿Porqué no probamos a vivir tranquilamente, a ser posible gozosamente, cada momento, y mañana será otro día?
Curiosamente, está demostrado que pasar por situaciones muy traumáticas ayuda a desmontar la neurosis del miedo.
Lo inteligente es adaptarse a la vida, porque  lo que no sabemos aceptar, es lo que nos provoca mayor sufrimiento. Si siempre estamos evitando los problemas por miedo a enfrentarlos, estamos evitando vivir.
Nada puede hacernos tanto daño como nuestros propios pensamientos, y "quién teme sufrir", como dijo Buda, "sufre de temor".
No hay que perder la visión global de la Vida en los tiempos malos, el valor y la esperanza, antídotos del miedo, son los que nos sirven para sobrevivir; si no plantamos cara al miedo, nuestros mecanismos de acción se debilitan.
Me quedo con el mensaje esperanzador de Dan Baker:
"Siempre hay más para amar que para temer"
                               



                         
                                          óleo de El Bosco (siglo XV)
       



                                 

domingo, 5 de septiembre de 2010

LA EDAD DE VIVIR






                                            Kazuo Ohno




He ido a ver "Conocerás al hombre de tus sueños" de Woody Allen, y me encontré con demasiadas historias, para mi gusto. Sin embargo había una a la que hubiese podido sacar muchísimo más partido, como solo él sabe hacer. Se trata de una pareja de sexagenarios: ella, esa mujer un poco senil a la que el marido deja tirada por vieja después de cuarenta años de matrimonio, y que sin él no sabe qué hacer con la vida.Termina por encontrar un viudo sensible, feo pero muy dulce, de los que aman a su mujer hasta la muerte, que le propone mitigar juntos sus soledades, paseándolas por  jardines cogidos de la mano.
Y luego está "él"(un estupendo Anthony Hopkins), ese prototipo patético de hombre que tanto abunda, que se mantiene fisicamente regular, con poderío económico, y que se niega a envejecer machacándose en el gimnasio, comprando un deportivo y cambiando la parienta por carne fresca a golpe de talonario — para terminar como tiene que ser: engañado, arruinado, y completamente perdido.(Es entonces que se le ocurre echar mano de la esposa abandonada, le propone volver, seguro como está de su obra de caridad, y recibe en toda su crudeza el "trop tard"de ella que terminará de hundirlo: lo típico, en estos casos...)

Saber envejecer es todo un arte que requiere mucha cordura y sabiduría, con los años conviene  aprender a ser humilde sin ser servil, manteniendo intactas la dignidad y el interés por las cosas que realmente valen la pena.
Envejecer no le gusta a nadie, no es fácil ni agradable, pero querer echar un pulso al tiempo es apuntarse a la derrota, es más sensato aceptarlo e intentar llevarse bien con esa persona que un dia descubres al otro lado del espejo, en la que no te reconoces.  Tienes que acostumbrarte a no ser por fuera — ¡pero no resignarte a no seguir siendo por dentro!
El declive físico no tiene porqué ser duro, dependiendo de lo que se busque en la vida en cada momento.Se va alcanzando la paz a la par que la sabiduría de necesitar cada vez menos para disfrutar de la vida.
La vejez tiene pocas cosas buenas, sin embargo las que tiene son estupendas: es como el reposo del guerrero que ya ganó peleando el derecho a quedarse sentado tranquilamente a la sombra de un ciruelo sin sentimientos de culpa; es como replegar las velas del barquito de tu vida, y disfrutar por fin de lo que te quede de tiempo , porque ahora ya sabes que no hay que llegar a ningún puerto, que el destino es el propio viaje , y que lo importante es  navegar  por aguas tranquilas, manteniendo viva la ilusion que dé sentido a la travesía.
 Uno se siente joven y vivo mientras mantenga la curiosidad, se interese por las grandes cosas y sea capaz de disfrutar con las pequeñas.
 La edad nos lleva a pensar quizá en renovadas maneras de enfrentarse al dolor y al tiempo, y una de ellas podría ser la Memoria, no dejar caer en el olvido aquello que nos conmovió — contar y comunicarse puede dar ese sentido al recuerdo que vuelva a hacerlo alegría y  vida, ¡porque la edad de vivir es siempre AHORA!
Dejo aquí un párrafo de "El libro del verano" de Tove Jansson, lleno de imaginación y frescura:
"La abuela seguía por tierra el camino celeste de la luna, avanzando, grande y negra, con sus piernas rígidas y su sombrero, y a cada paso que daba parecía más grande. La luz de la luna cubría sus hombros, y ella seguía sobre el destino y sobre la isla entera. No cabía la menor duda de que la abuela encontraría lo que hacía falta para derrotar a la mala suerte, y hasta a la muerte..."


ilustración de la autora