miércoles, 28 de marzo de 2012

lunes, 26 de marzo de 2012

EL DÍA MÁS FELIZ





dibujo de María João Falcão, blog O Falcão de Jade


Hace poco en la Radio hicieron esta pregunta a los oyentes que quieren descolgar el teléfono y participar: ¿Cual ha sido el día más feliz de tu vida? 
Mientras esperaba las respuestas tomándome una tostada de aceite y tomate, me pregunté a mí misma por el mío y me quedé perpleja por no ser capaz de encontrarlo entre todos los de mi ya largo camino... 
Empezaron las llamadas al programa y con ellas me fui sosegando, porque para todos la felicidad suprema eran situaciones generales, circunstancias, y curiosamente los mejores momentos siempre habían llegado después de los peores, esos en que se cruzan ríos sin puentes, se descubre que hay luz al final de un negro túnel, se logra un triunfo, aunque pequeño, después de un esfuerzo grande, o de repente se realiza un sueño que venía de muy largo y donde ya ni cabía la esperanza, acostumbrados a las contrariedades de la vida .
Una joven dijo que había tenido su mayor alegría  cuando, después de un accidente gravísimo y ocho meses de inmovilización, supo que volvería a caminar; una señora octogenaria contó que su momento más feliz fué durante una noche de fiesta en Madrid en plena guerra civil, cuando entre bombardeo y bombardeo conoció y amó al hombre de su vida, que pronto se le murió con un tiro en el pecho. (Yo sé, porque me lo dijeron, que en las guerras se viven emociones muy intensas, que la gente es más abierta y no piensa en cosas materiales, y que cuando es feliz lo es de verdad, porque nunca sabe si tendrá un mañana). 
La nota de humor la puso un chaval que confesó que el día más feliz de su vida había sido cuando consiguió montar un mueble de Ikea, aunque le sobraron algunas piezas. Todo un símbolo...
Para mí los momentos más especiales son cuando consigo sentirme plena con lo que tengo y lo que soy, sin más.
El sabio budista Sogyal Rimpoché dijo que ser feliz es una decisión personal: nos observamos, nos volvemos conscientes de nosotros mismos y vamos cambiando lúcidamente, de forma natural.  
Por lo visto es mucho más ancho el circuito neuronal de las emociones al pensamiento que al revés, desde el pensamiento a las emociones, para poder controlarlas y cambiarlas, o sea, somos más corazón que inteligencia, por lo que nos cuesta tanto relativizar y darnos cuenta de la verdadera importancia de cada cosa.
Por eso puede ocurrirnos lo que a la vieja señora de la guerra, que en momentos complicados sepamos sacarle más partido a la vida, vivir cada momento, uno por uno, dedicándole toda la atención y cariño.
Como dice la psicóloga Jenny Moix, ¿si todo nos parece igual de importante, como no vamos a estar estresados?
Si la vida sigue teniendo tanto sentido será porque en el fondo soñamos que nuestro día más feliz puede estar por llegar todavía...

de la película El Gatopardo de Visconti

jueves, 22 de marzo de 2012

lunes, 19 de marzo de 2012

EL CRISOL DE LA HISTORIA






Emperador Carlos II,  El Hechizado 

"...nada se debe facer sino con gran consejo de todos los omes de la tierra, los mas honrados y los mas sabidores..."
 ( in la Primera Partida de Alfonso X el Sabio)

Todo el hombre normal busca en este mundo la felicidad, pero la gran cuestión sigue siendo la misma que en tiempos de Aristóteles:  Qué es ser feliz, qué es vivir bien, como, cuando, donde... 
En épocas de crisis sociales, que son casi todas, o de crisis personales, de las dos a la vez o de ninguna, la cuestión básica que siempre aflora es la de la Ética, como un leitmotiv, una urgencia innegociable y sin embargo siempre vapuleada: ética individual, ética colectiva — su presencia por activa o por pasiva en todas las circunstancias, en todos los errores y en todos los desmanes, en nuestros allegados y en los que desde arriba rigen nuestros destinos, esos que alcanzan una parcela de poder suficiente para poder estafarnos.
Vivimos lo que pensamos que vivimos, y a medida que el tiempo hace su trabajo aprendemos a relativizarlo todo y a ser cada día más humildes y más respetuosos, más sensatos y más agradecidos a la vida; descubrimos con los fracasos que sentirse bien solo reside en la aceptación profunda de uno mismo, que es dentro de nosotros que pintamos el grafiti de lo que somos capaces con lo que la vida  nos deja. ("Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de él", dijo Sartre).
El tiempo hace su trabajo con lo que nosotros hemos hecho con el nuestro, y luego la Historia es la que cuenta toda la película, con el guión más completo y apasionante de todas las novelas posibles.
En ese crisol de superación y locura nos damos cuenta de que la creatividad humana siempre encontró la manera de inventar soluciones para los problemas que le acechan constantemente.
Las amenazas a las que se enfrenta hoy la humanidad son inéditas pero también lo es, como afirma Punset, que nunca estuvimos tan preparados para poder crear un futuro cada vez mejor.
Cuando alguien pretende juzgarlo todo agresivamente según sus propios criterios, pecando de inmadurez emocional y volviéndose intolerante y dogmático, se incapacita automáticamente para gobernar a los demás: la intransigencia moral es la responsable de la mayoría de los conflictos que destruyen la convivencia. Los preceptos moralizantes llevan la sociedad hacia la división y el conflicto, mientras que los de la Ética nos provienen de la capacidad de dar lo mejor de nosotros mismos, de predicar con el ejemplo y no con la demagogia.
La moral impone, la ética respeta.
En estos momentos complicados, la Esperanza es obligada y revolucionaria : al capitalismo lo que le  interesa es nuestra resignación.

"Hay muchas cosas que van mejor. Hay ejemplos alentadores. Es muy importante no quedarse solo en la catástrofe posible, sino ver también el inicio de una mejora real sobre la que se puede fundar una nueva esperanza".
 Stéphane Hessel, in ¡Comprometeos!



miniatura del libro Muy Ricas Horas del Duque de Berry

miércoles, 14 de marzo de 2012

lunes, 12 de marzo de 2012

LA MAGIA Y LA RAZÓN






obra de Kees Van Dongen







Acabo de leer "Los engaños de la mente" de Stephen Macknik y su mujer Susana Martinez-Conde, brillantes neurocientíficos que estudiaron através de los trucos de magia características neurológicas de nuestro cerebro tan particulares como el engaño, algo inerente al ser humano que lo hace sobrevivir mejor. Por lo visto el hecho de asociar la neurociencia con la magia aumenta el conocimiento de los circuitos cerebrales que procesan la cognición y su funcionamiento: vemos y oímos lo que queremos, y no nos damos cuenta del 95% de lo que pasa a nuestro alrededor; cada ojo equivale a una cámara de 1 megapixel, lo que en materia fotográfica es una insignificancia, y de lo poco que la vista alcanza el cerebro solo selecciona lo que más le llama la atención, complementándolo, eso sí, con el conocimiento — las neuronas multisensoriales combinan las sensaciones que nos entran a través de todos los sentidos a la vez, y las famosas neuronas espejo "disparan" de la misma forma cuando hacemos algo que si lo hace otra persona, que es lo que hace que nos reconozcamos en los demás.
Me gustó mucho la idea de que el cerebro vive en un estado de perpetuo engaño, fue como si en el fondo ya lo supiera pero aún no hubiera caído en ello. Lo único que hacen los magos es demonstrar que nuestro cerebro es un gran mentiroso, y curiosamente me sentí feliz de que así sea, de que el cerebro nos engañe, de que veamos lo que queremos ver y sintamos lo que queremos sentir, soñemos lo que queremos soñar y pasemos por la vida como queremos pasar por la vida. Los magos basan sus trucos precisamente en el hecho de que el proceso de atención y conciencia del ser humano tiene un "cableado" muy fácil de piratear — cuanto más nos centramos en algo, más se nos escapa todo lo demás.
Me sentí libre porque me sentí mágica, porque es fantástico no ver el mundo como es, verlo como queremos que sea, con lo cual tenemos en nuestro interior una gran capacidad para ser felices e intervenir en el entorno desde nuestro propio bienestar, como los buenos magos, como cuando somos pequeños e inocentes y no distinguimos la realidad de la fantasía, o como cuando siendo mayores hay realidades que nos parecen incomprensibles y fantasías que nos llenan de felicidad: "¡Creer es crear¡", somos los artífices de nuestros sueños y nuestros sueños son nuestra vida: reivindico mi propia dosis de locura y auto engaño, quiero ser la maga de mi misma, quiero ver el mundo con mis ojos — y cuando ya no sea capaz de sacar un conejo de la chistera, quiero marcharme de puntillas sin que nadie descubra que he perdido los poderes ...

"El que no cree en la magia nunca la encontrará" Roald Dahl



Juan Tamarit, el más divino de los magos

miércoles, 7 de marzo de 2012

domingo, 4 de marzo de 2012

DEL OPTIMISMO Y LA DUQUESA DE ALBA








Se dice que cada persona somos tres, como el Espíritu Santo, la que creemos que somos, la que perciben los demás y la que somos realmente —  y lo más inquietante es que a veces hay muy pocas coincidencias entre unas y otras.
En relación a nuestra "carcasa" ya surgen las discrepancias, como si de una cuestión de espejos se tratase, los de casa suelen ser menos agresivos, más cómplices y amigos, ya sea porque solo nos miremos cuando hay menos peligro, o porque estén contra luz...
Pero si por ejemplo un espejo traicionero nos sorprende sin piedad en un Corte Inglés sin previa pose y con la cara de locos con que vamos por ahí comprando, nos llevamos un susto de muerte (me refiero a los feos y viejos, claro), "¿yo soy esa tía?, ¡qué bajo he caído!"
Pues sí, se nos cae la moral a los suelos de mármol vitrificado y tenemos que recogerla con premura para seguir comprando de forma más compulsiva todavía, que es una manera de evadirnos que da buen resultado, si no para la Visa, por lo menos para el olvido.
A mí lo que me supera completamente ya, es verme en video, pillada a traición, sin pose, sin taparme media cara con las Dolce y Gabana, sin enseñar los dientes para empujar hacia arriba lo que la maldita ley de la gravedad hace que cuelgue y 
que te dé para más inri un decadente aire de vieja amargada. El otro día mi hijo cometió la torpeza de pillarme desprevenida, cuando yo creía que solo estaba grabando las monerías de mi nieta y me cogió de lleno, a traición; no me quedó más remedio que ver esa "fina estampa", esa mujer con la que no me identifico. Bajé al sótano de mi alma en pena sin encontrar las escaleras para volver a subir...
Entonces respiré hondo hasta la cabeza, me puse en la postura del loto, muy recta, las manos estiradas encima de las rodillas, los ojos cerrados, la primavera de Vivaldi como fondo musical y medité largamente (diez minutos...), diciéndome para mis adentros:

  — Cada persona es única, lo que no tiene que significar ser mejor ni peor
  — El miedo a ser rechazado es un miedo irracional
 — Más que ausencia de enfermedad, la salud es un estado de bien estar interior que parte de una visión positiva de la existencia
  — Los problemas personales pueden cambiarse simplemente cambiando de perspectiva
 —  Se puede crecer más por dentro utilizando las carencias que las buenas cosechas;
 —   No hay que resignarse nunca a que el destino elija por nosotros y tener muy claro que el origen de nuestras tristezas nunca viene de los demás, sino de nuestro desprecio hacia nosotros mismos.

Acabada la meditación, me levanté de la alfombrilla y me dije a mí misma: 
" ¡Se acabó, María! Si la duquesa de Alba, con 80 años e hidrocefalia puede liarse la manta a la cabeza y ponerse el mundo por montera, tú también!"
Salí del sótano del alma mía subiendo los escalones de dos en dos, ligera como una pluma.

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