miércoles, 1 de marzo de 2023

UCRANIA

 







Conocer a fondo todos los entramados de una guerra no está al alcance de cualquiera, incluso los mandamases que mueven los hilos se equivocan y cometen errores que pueden ser decisivos: se sabe como empieza, nunca como va a terminar. Luego hace falta mucho tiempo para completar el puzle y que la Historia ponga definitivamente a cada uno en el sitio que se merece. A toro pasado todo quedará lo bastante claro, pero en caliente es muy difícil, casi imposible, saber qué se está cociendo, abundan las campañas de desinformación, las falsedades interesadas, las intoxicaciones rastreras, los postureos, los ombliguismos digitales y toda clase de infundios dañinos (en las redes sociales cuanto más simples, más sabihondos). La única verdad es que no hay verdades absolutas, "todo depende del color del cristal con que se mire", la propia integridad moral de los que manejan el cotarro es muchas veces dudosa. Lo único manifiestamente incuestionable e insoportable es el sufrimiento de las víctimas inocentes. Por cierto, la crueldad de los líderes rusos con los pueblos cercanos se remonta a Gengis Kan. 
Estamos asistiendo a diario y en directo, desde nuestra por ahora calidad de vida, cómo hace ya un año que Ucrania se desangra, y eso que no muestran lo más rastrero y cruel, lo que ocurre en la sombra por culpa de gente bajuna que siempre acecha. Algún día saldrán a la luz los crímenes de guerra que se estén cometiendo.
Hay y siempre ha habido vidas durísimas, incontables e insoportables situaciones de indefensión para los desheredados de la fortuna, y lo que más revuelve la consciencia de los que sí la tienen, es seguir comprobando como "el hombre es un lobo para el hombre" (Leviatán).
Por lo demás, lo lógico y natural es que cada uno de nosotros desee lo mejor para el lado del escenario que nos toca e interesa que salga airoso, o sea, a un occidental el Occidente y al revés — pero se puede discrepar, tener la opción que se nos antoje y defenderla abiertamente (mejor con argumentos fundados y convincentes, no con esa facilidad para sentirse un enterado que manejan muchas personas en asuntos tan complejos y espinosos). La gran diferencia es que en democracia todos podemos estar en contra del sistema, mientras que en países autoritarios uno se juega el tipo, termina en la cárcel o algo peor. 
También los baños de masas a un "gran jefe" tienen un pasado funesto, un pésimo recuerdo, y viendo las caras de felicidad de los convocados hace días en Moscú, uno se pregunta si están al corriente de los padecimientos de un pueblo que consideran hermano: hay pocas razones para la alegría, toda Europa está consternada, afligida y ayudando como puede y sabe.
China es y será en el futuro la ficha clave en el tablero del "equilibrio del terror" a que estamos abocados con el regreso a la incertidumbre nuclear. A Putin le gusta y necesita un Estado totalitario y muy centralizado porque cree que las democracias son tan débiles como él propio: los responsables de los conflictos armados siempre han sido humanamente poca cosa, cuanto más corruptos y cobardes, más matones. Hay otras formas de destacar y ser realmente valioso, pero son más difíciles: los grandes personajes de la Historia no son los que se dedican a promover las malditas guerras, sino la paz, la ciencia, la filosofía, el arte, la medicina y el bien común en sus innumerables facetas. Gracias a ellos avanzamos como especie, pero a esos no se les hace la ola, a veces no sabemos ni sus nombres. La mayoría somos demasiado ignorantes, soberbios y desagradecidos, incluso los hay que están empeñados en un retroceso, como los terraplanistas, los anti vacunas y montones de descerebrados.
La China de Xi Jinping mantiene una estrecha relación con Rusia porque comparten la voluntad de reformular un orden mundial que ambos perciben como plasmado y dominado por EEUU y sus socios. El gobierno de Pekín dispone de cierta ventaja en vastas zonas de África, América Latina y Oriente Próximo, las cuales no están interesadas en lecciones de libertad y Estado de derecho y sí en recibir financiación para salir de una miseria endémica, apuntalando de paso a regímenes autoritarios. Todo tiene un precio, todo se paga en la política actual donde están en juego recursos e intereses muy heterogéneos y gulosos. Ya es difícil encontrar rincones del globo en los que no se proyecte un pulso entre autocracia y democracia, economía autoritaria o de libre mercado. La estulticia o un error de cálculo de cualquier mandatario pueden abocar fácilmente en un desastre colectivo. Max Hastings sostiene que "las grandes decisiones se toman con un conocimiento extraordinariamente limitado de lo que está ocurriendo".
La operación militar especial iba a ser rápida y lleva un año. De momento. La torpeza y la codicia del presidente ruso ha costado ya la sangre o la ruina de millones de inocentes. Por ahora. La destrucción de Ucrania sigue su curso. Como en el poema de Miguel Hernández: todo inseguro, todo postrero, polvo sin mundo. Todo es oscuro. 

 "Tras un año de guerra, los servicios de seguridad franceses estiman que Ucrania se ha convertido en una suerte de laboratorio de las nuevas formas de conflicto, de la guerra híbrida a la guerra cibernética, sin olvidar la disuasión nuclear".       J.P. Quiñonero