Más largo o más corto, más amable o más ingrato, cada vida es un recorrido personal e intransferible hacia ninguna parte: lo único que tenemos es el viaje, luego el final es el mismo para todos, y nadie puede coger otro tren que no sea el suyo, ser lo que
no es, no ha sido o nunca será.
Mientras hacemos el camino, reconforta que a nuestro alrededor haya una cierta paz, armonía, seguridad y esperanza.
Si descarrilamos hay que reconstruirse y seguir adelante con determinación y coraje, sacando provecho de las oportunidades e intentando tomar decisiones acertadas, aunque difíciles o valientes: siendo cobardes y solo con buenas intenciones, no llegamos a ninguna parte. Nos parece fácil opinar y cambiar vidas ajenas, cuando somos incapaces de arreglar la nuestra...
Se aprende a vivir. Llevamos incorporados un mapa y una dirección, luego todo depende en gran parte del pensamiento: es fácil engañar a los demás, pero el que se miente a sí mismo vive a medias, sin conocer nunca la plenitud. Para Borges la vida es tan bella, que no pasa un solo día en que no estemos, aunque sea por un instante, en el paraíso: cuando nos sentimos bien es como si todo estuviera en su sitio. El mundo es para cada uno todo lo que su mente puede alcanzar y los sentimientos lo que le da sentido — la belleza está en los ojos de quien la mira, en las pequeñas cosas que se disfrutan poniéndoles atención y cariño: "El cambio de las estaciones/ Ducharse, nadar/ Vieja música/ Escribir, plantar/ Cantar/ Ser amable...( Bertolt Brecht). También comer, bailar, oír los pájaros, el sonido del mar, un rayo de sol, una risa, una caricia, una palabra, un niño, un perro, una flor... Mil cosas: cada uno es feliz a su manera, siendo el amor es el mejor camino hacia el sosiego.
Nos sentimos especiales y lo somos: para nosotros mismos y para algún amigo que nos quiera de verdad. Lo importante es estar a gusto consigo mismo, crearse, inventarse, quererse, mimarse, respetarse, perdonarse y también evadirse, siempre que posible, de lo que nos asquea sin aportarnos nada que valga la pena.
Tener ideas originales es muy difícil, pero conviene no vivir instalados en un mar de dudas y temores que nos lleven a un naufragio, en lugar de alimentarnos de lo que caliente más el corazón. Con la inteligencia emocional nos vamos adaptando a las circunstancias sin pedir demasiado a la vida: quien no sabe apreciar lo que tiene, es como si no tuviese nada.
El destino incierto, el azar y la suerte caprichosa siempre acechan y son un motivo de permanente incertidumbre: hay tanto dolor en el mundo, que tenemos que estar agradecidos mientras la fortuna nos acompañe para ir saliendo airosos de cada día que pasa.
Ambiciono viajar por mis días intensa y felizmente, y morir lo más viva posible.
Rosa Montero