obra de Heinrich Hoerle
En las Pirámides de Egipto ya existen grabaciones donde los ancianos se quejan de la juventud, igual que hacen los grandes pensadores del período greco-romano y así hasta nuestro días. Hay una brecha generacional en todos los tiempos y circunstancias, y sin embargo la savia nueva es la que generalmente mueve los hilos de nuestra evolución y nos hace avanzar, con rebeldía y brillantez, enfrentándose a la ignorancia de déspotas sabihondos y corruptos. También es un hecho de que no todos los jóvenes son sanos y valen la pena, muchos eligen caminos alfombrados de oscuridad y miseria.
Ahora tenemos las redes sociales, para todas las edades y todos los colores, "instrumento eficasísimo de odio, mentira, discordia y polarización política, capaz de desestabilizar las democracias más sólidas" (Javier Cercas). No hay nadie que no pueda proyectar en ellas su alargada sombra, buena, regular o mala malísima, con hordas de seguidores y pelotas tan analfabetos y atrevidos como los que ponen en circulación toda clase de despropósitos, sedientos de protagonismo, saltándose a la torera el inmenso y respetable cúmulo de investigación y ciencia. Cuando no se sabe distinguir una opinión de un hecho contrastado, cuando se persiguen fines oscuros y dañinos, la sociedad se vuelve cada día un poco más pobre, estúpida, inculta y permisiva. Los manipuladores a gran escala pretenden convertir el mundo en una especie de parvulario cósmico, un incendiario campo minado de ignorancia y crueldad, todo ello jaleado por una ola de oportunistas cobardes. Mostrarse un experto en lo que sea es gratis en internet, está al alcance de todo fanfarrón. Kruger y Dunming estudiaron un efecto cognitivo según el cual los sujetos incompetentes se sobrestiman, mientras que los altamente competentes son humildes y se infravaloran. O sea, "cuanto más tonto eres, más estupendo te encuentras", como dice Rosa Montero.
A alguna generación le tocará sanear el planeta podrido y corrompido por una humanidad enferma, inventar un mundo nuevo, ¡sí aún llegan a tiempo! Para tan sublime y urgente empresa no hay que contar con la gente como la que hoy niega el cambio climático, el Holocausto, la redondez de la Tierra, el VIH/sida, la Covid-19, la eficacia de las vacunas, etcétera.
Se han estudiado diversas motivaciones para la estupidez de los negacionistas, que pueden incluir desde creencias religiosas o políticas, hasta el egocentrismo o incluso un complejo mecanismo psicológico de defensa contra "ideas mentalmente perturbadoras". Todo es posible. En esta nave de locos donde navegamos todos, sí avanzamos es casi siempre gracias a minorías, pero cuando retrocedemos es invariablemente una labor mayoritaria.