martes, 1 de julio de 2025

OCHENTA AÑOS DE VIDA

 






     Gertrude Abercrombie




A los que tienen la suerte de escapar a la parca durante ochenta años o más, les toca una vida larga — buena, mala, regular o de todo un poco, que es lo más frecuente. Incluso los que nunca han salido del mismo sitio y de las mismas rutinas, con unas vivencias bastante previsibles, acumulan un historial de emociones de muchos colores a lo largo y ancho de su trayectoria. Cada sujeto es un proceso único e intransferible, una aventura, un desafío: no se llega a la vejez de  manos vacías, se van llenando por el camino con aciertos y equivocaciones, siendo como se quiere dentro de lo que se puede. 
Con el paso del tiempo nos vamos manejando de forma distinta, cada fase vital tiene sus matices y apetencias, se aprende a dar a cada cosa la importancia que realmente tiene y a dejar apartado lo que no sume, para poder disfrutar con sabiduría y sosiego de lo que se desea que permanezca. Es agradable ir soltando ciertos roles meramente obligatorios para ser más auténtico, a la vez que se aprende a escuchar sin discutir, a conectar emocionalmente solo con amigos, los buenos, los de verdad. Y reírse, disfrutar comiendo y bebiendo, con mesura pero con calidad, dormir a pierna suelta, quererse sin remordimientos, no darle importancia al espejo, no cargarse más de obligaciones ni complicarse la vida con frivolidades: cuanto menos atados a lo material, mejor para lograr paz de espíritu. Si estamos bien por dentro el mundo parece mágico, deslumbrante la naturaleza que cada persona percibe únicamente con sus propios ojos, los de la cara y los del alma.
Con la experiencia, la capacidad de asombro se reduce hasta llegar a unos mínimos con los que sentimos todo de otra manera, terminando por entender con más claridad lo que vale mucho, poco o nada. 
Hay momentos de enorme serenidad y otros de inquietud, pero las pequeñas cosas empiezan a ser siempre las más importantes. Lo que no deja nunca de merecer la pena es la paz, el amor, la bondad, la ternura, la conciencia tranquila, la belleza, la cultura, el arte, la curiosidad sana, la libertad, la justicia, la honradez, el contento, el sentido del humor y así. 
La edad acarrea tener que soportar finales duros, despedidas irreparables, pero también algún comienzo estimulante. Se habita el tiempo despacio, desde un "estado de reposo emocionado" en que cada día es una oportunidad de ser un viejo vivo y seguir adelante sin miedo ni a la vida ni a la muerte. ¡Bendita sea la eutanasia!

El hombre que hace que todo lo que le lleve a la felicidad dependa de él mismo, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz. Platón