¿Qué es la verdad?
¿Quién tiene el poder de señalarla?
La realidad es subjetiva, un espejismo que depende más de la ilusión que del entendimiento. Cada persona interpreta desde su propia capacidad la existencia, la de fuera y la suya, para poder soportarla y soportarse.
Giramos alrededor de nuestro eje esencial sin posibilidad de salida, prisioneros de un destino. Pero nadie es lo que parece, todos tenemos una segunda lectura, como una gota de lluvia, una lágrima, un superhombre o un payaso. Somos luces y sombras, nuestro mundo abarca las emociones y el conocimiento. Lo más complejo está dentro de cada uno, pero no sentimos todo lo que expresamos ni decimos todo lo que sentimos. Como en los versos de Miguel Hernández, "todo es confuso, turbio, oculto, oscuro": menos tu vientre — o sea la bondad y la generosidad.
Uno de los defectos de fábrica de nuestro ADN es la mentira, empezamos de niños a engañar y a engañarnos como un salva vidas emocional contra el rechazo, por defensa propia, miedo y carencia de auto crítica. Todos quisiéramos ser admirados, alabados y amados: los narcisistas no dudan incluso en utilizar la fantasía para crear su imagen ideal. La imaginación es fundamental para poder engañarnos y ser felices.
En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario. George Orwell
