jueves, 1 de mayo de 2025

GAUDEAMUS IGITUR

 


                                                                                             Emil Nolde



Beethoven no tuvo una vida fácil y sin embargo la remató con la universal y rompedora Novena Sinfonía, compuesta cuando ya no oía nada y donde brilla con luz propia en el último movimiento, magníficamente musicada, la Oda a la Alegría del poeta Schiller. Es el admirable colofón de un genio que con su fuerza mental superó todos los escollos que le impuso el destino. 
Muera la tristeza. Dediquemos el tiempo que estemos aquí a disfrutar lo más posible,  participando con entusiasmo de cada circunstancia que valga la pena, antes que perseguir logros imposibles, sin valor alguno para cuando nos hayamos muerto. Aspirar a la excelencia es una apuesta perdida de antemano, seamos modestos, conscientes de nuestras limitaciones, sin autoengaños ni utopías. 
Los que no hemos aportado nada al desarrollo colectivo, o sea la inmensa mayoría, solo existimos para nosotros mismos y para nuestro pequeñísimo mundo, donde basta con ser decente y todo lo feliz que se pueda.
Viva la alegría. Gocemos cada momento libres de sentimientos de culpa, apartados lo más posible del sufrimiento inútil por todo lo que pasa a nuestro alrededor y en el mundo entero.  
Antes que frustración por utopías, elijamos como prioridad el bien estar, el entusiasmo, la esperanza, la gratitud por lo que somos. 
Y que los problemas solo sirvan para reconocer y valorar lo que de positivo vino antes y después, que el dolor de ayer sea la fuerza de mañana.
Los tiempos de oscuridad han existido siempre, no son nuevos ni una rareza de nuestra historia.  
Estar en el mundo es como subir una escalera hacia ninguna parte, donde cada escalón es un desafío y una oportunidad irrepetible para apreciar la belleza del universo, tan grandiosa y frágil a la vez. 

La vida es como una obra de teatro, no importa lo que dura sino lo bien que ha sido representada.
Séneca.