La película que acaba de estrenarse trata el periplo vital de una mujer, contado por una mujer, Abi Morgan, dirigido por otra, Phyllida Lloyd, la misma de Mamma Mía, y con la interpretación estelar de otra mujer y actriz extraordinaria, Meryl Streep.
Es pues una historia hecha con femeninas complicidades, con una manera de tratar a la Thatcher desde la ventana del interior, de la peripecia existencial, pasando de puntillas por el thatcherismo para centrarse en todo un recorrido, el antes, el durante y el después del poder y la gloria.
Alguien que empieza despachando fruta en la tienda paterna en una época profundamente clasista y machista se convierte en una de las mujeres más poderosas y controvertidas de la Historia, admirada y odiada a partes iguales, una política que con mano durísima cambió desde el nº 10 de Downing Street el conservadurismo británico e incluso el europeo.
Margaret subió como la espuma gracias a sus dotes intelectuales, su firmeza de carácter y su enorme capacidad de trabajo y disciplina: llegó a la cima, bajó, se vió obligada a retirarse, y en 2005 perdió al que siempre estuvo a su lado discreto e incondicional, Sir Denis Thatcher, que vivió para ella y los hijos sin procurarse ningún protagonismo.
Tras la desaparición de su marido, el hierro de la dama se va reblandeciendo, se convierte en bronce el personaje y en vacío la persona.
En la película una anciana desvalida y solitaria repasa en flashbacks toda su trayectoria, siempre con la presencia imaginaria del esposo, que en su mente desgastada sigue con ella todo el tiempo, sentado a la mesa o en la butaca, paseando por la casa y acostándose a su lado.
Después de cada recuerdo del pasado siempre vuelve a la misma habitación, a la compañía del marido que sigue viendo y con el que habla, entre sueños y alucinaciones.
El final de la película nos encoge por dentro, no por ella sino por nosotros, por esa certeza que anidamos todos de que sin compañía ya no somos nada.
Supongo que la Thatcher podría haber tenido otro final si hubiese sabido a tiempo que todos necesitamos querer y ser queridos, y "no hubiese estado siempre sola", como le dice el fantasma de Denis antes de desaparecer en el pasillo, con un maletín y sin zapatos, en ese ademán cadenciado y fantasmal de quien hace mucho tiempo que se ha ido.
¡Mientras salvamos a alguien de su propia soledad nos estamos salvando de la nuestra!
Sim, estou cansado
E um pouco sorridente
De o cansaço ser só isto —
Uma vontade de sono no corpo,
Um desejo de não pensar na alma,
E por cima de tudo
Uma transparência lúcida
Do entendimento retrospectivo...
Fernando Pessoa ( Álvaro de Campos)
Meryl Streep como Margaret Thatcher |
Me quedo con: "el hierro de la dama se va reblandeciendo, se convierte en bronce el personaje y en vacío la persona"
ResponderEliminarGostei!
ResponderEliminarNão vi o filme, mas tu conseguiste "ver" nele a humanização de uma personagem "de ferro", porque a humanização é necessária à vida/vida viva - e não de máquinas pensantes/geladas...
E a companhia, claro.
"El final de la película nos encoge por dentro, no por ella sino por nosotros, por esa certeza que anidamos todos de que sin compañía ya no somos nada."
Verdad!
Besitos
http://youtu.be/Y_q5c1MdJpw
A Dama de Ferro, sempre nos deu a impressão de afastamento e por fim se afastou de si mesma. Segura e forte, não conseigo imaginar tamanha solidão.
ResponderEliminarbjs meus
He ido a ver la película y suscribo su agudo comentario. La interpretación de Meryl Streep es fantástica.
ResponderEliminarAbrazo, Manuel