martes, 22 de octubre de 2013

EL CUERPO QUE HABITAMOS





óleo de Laurence Stephan Lowry


Vivimos atrapados en un cuerpo de futuro siempre incierto, un cuerpo humano, frágil, caduco. Con él escalamos cimas y bajamos a pozos sombríos, vemos y escuchamos lo sublime y lo deleznable, gozamos, acariciamos, sufrimos y morimos. El cuerpo nos delimita y nos condiciona.
Muy temprano nos miramos al espejo con ojos de vernos y ya sabemos de por vida si somos guapos o feos, si nuestro envoltorio nos hace fuertes o por el contrario va a necesitar un empujón para llegar donde otros llegan sin esfuerzo.
Lo más normal es aceptarse y quererse pese a las taras, y cargar resignados con los complejos, pocos o muchos, que una vez pasada la edad del pavo suelen ir a menos.
Luego viene el éxito o el fracaso, o ni una cosa ni la otra, que es lo más común: ni ganar y vivir entre algodones, ni perder y aparcar el cuerpo en la calle entre cartones para su descanso obligado, mientras la mente se escapa a lugares más amables, aunque sea durmiendo.
Si llevamos en el cerebro, según la escala popperiana, un mundo 1, de los objetos materiales, que interactúa con el mundo 2, el de los procesos mentales, y el mundo 3, el del conocimiento objetivo, donde se analizan los procesos mentales del mundo 2, también es cierto que el mundo 2 encuentra en el uno, el de la materia, los símiles para expresarse metafóricamente, a falta de un lenguaje más contundente para el mundo abstracto de las emociones: las heridas del alma también sangran y solo cicatrizan con el tiempo; hacen daño las espinas clavadas, las puñaladas traperas, las zancadillas; hay lágrimas de sangre, carnes abiertas por el espanto y el dolor, frío en el alma, manos vacías, etc.
Con fortaleza interior se van superando todas las barreras físicas, pues solo quién se reconoce al otro lado del espejo puede quererse y reinventarse. 

      "O que é preciso é ser natural e calmo
        Na felicidade ou na infelicidade,
        Sentir como quem olha,
        Pensar como quem anda,
        E quando se vai morrer,
        lembrar-se de que o dia morre,
        E que o poente é belo e é bela a noite que fica..."

                      Fernando Pessoa ( Albero Caeeiro)



óleo de Amedeo Bocchi

5 comentarios:

  1. Así es, querida María, el cuerpo es nuestra cárcel y nuestro destino. Hay gente con obesidad mórbida, lo que me parece un horror, y que siempre tiene una sonrisa en los labios, y gente casi perfecta, que no se encuentra a sí misma y está siempre amargada. La mente siempre está detrás, rigiendo nuestro destino.
    Las pinturas excelentes, soy un admirador de Lowry.
    Fernando Pessoa, siempre genial.
    Que pase muy bien este día desapacible.
    Un abrazo,
    Manuel.

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    Respuestas
    1. Mi profesora de Yoga nos recuerda todos los días que "la mente ordena y el cuerpo obedece"... ( ¡ojalá! )
      Abrazo

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  2. Eu gosto da idade que tenho, porque sou uma pessoa mais segura e aprendi a não ligar muito ao que os outros dizem. O aborrecido da idade, não são as marcas da idade, mas as mazelas inevitáveis que vai trazendo.
    Corpo e mente estão tão ligados, que um influencia o outro e são muito responsáveis da nossa forma de ser mais ou menos feliz. É importante a forma como nos vemos e nos aceitamos.

    Gostei muito das pinturas. Lowry foi um pintor que conheci no blogue da Maria João e de que gosto muito.

    Um beijinho grande.

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  3. Tens uma idade estupenda, digo-to eu, que já a tive!
    Beijinhos

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  4. De regresso a casa, venho finalmente pôr um comentário de jeito!
    Sim, tanta verdade, mas esse tal "cuerpo de futuro siempre incierto, un cuerpo humano, frágil, caduco..." é o que temos e com ele sonhamos, vivemos, fazemos o melhor que podemos!
    A Isabel não se pode queixar das "mazelas! -que as não tem!-, nós temos algumas é certo e a tua prof de yoga faz bem em lembrar "la mente ordena y el cuerpo obedece"...porque até é verdade! Às vezes ando aí encolhida, encurvada, a pensar nas dores, mas basta "mudar" o pensamento, pôr música, empertigar-me e eu própria mudo - logo, o meu corpo também...Cresço alguns centímetrros, as dores continuam...mas eu esuqeci-me delas!
    Isto é a única solução, acho...
    Depois temos a filosofia... E temos o nosso Pessoa que tanto disse!
    A parte final do poema me encanta:
    "E quando se vai morrer,
    lembrar-se de que o dia morre,
    E que o poente é belo e é bela a noite que fica."
    O poente é nosso e é lindo!
    E as imagens são belas....
    besos

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