martes, 1 de octubre de 2024

POR UN PUÑADO DE LIKES









Leonor Fini




Somos tontos, muy tontos, y en las redes sociales la tontería se nota más, se conoce mejor a la gente: contentos de nosotros mismos, carentes de sentido crítico, nos encanta sentirnos protagonistas, importantes, inteligentes, cultos, sabiondos.
Hay una saturación de tópicos, de elementos agotadoramente explotados, de frases filosóficas, puestas de sol, lunas, flores, animales, comidas, mensajes subliminales, opiniones indiscutibles, etcétera y tal. Y mucho ego. Y luego los videos que se hacen virales por su singularidad o morbo, dignos de un estudio: ¿¡ como es posible arriesgar la vida, incluso llegar a perderla, o filmar momentos escalofriantes en lugar de socorrer al que se sigue grabando, solo por el ansia de un momento de "gloria", de tener miles de visitas una vez en la vida?!
Internet es adictiva como una droga, perjudica mental e incluso físicamente, sumerge en un mundo imaginario donde se confunde la realidad con la fantasía. La fascinación tecnológica es el rasgo primordial de nuestra época, y sus redes, nunca mejor dicho, acaban atrapando a las personas y a su sentido común.  Los menores de 25 años consultan compulsivamente el telemovil cada 7 minutos, y el miedo a no ser popular puede ocasionarles falta de autoestima, ansiedad e incluso depresión. 
Antes se creía que la principal causa de la idiotez humana era la falta de información, pero al final no era eso: " La catástrofe comienza cuando la gente deja de escuchar a los demás. Cuando alguien empieza a creer que lo que dice, las cosas aburridas que ya ha repetido mil veces, son las mejores y más importantes." (Rosa Montero). Así es como manejamos ese espacio, ese desahogo, ese poder, esa evasión de la realidad. El resultado es un gran vacío, una insatisfacción permanente, el desolador desencuentro con uno mismo, una cultura de la velocidad y la inmediatez, del consumismo salvaje e incluso de aberraciones inquietantes.
El filósofo Markus Gabriel propone la creación de una red social ( la llamaría Ágora...), que sea un espacio en que solo quepa el intercambio de ideas, de creatividad, inteligencia, cultura, sensibilidad,    sensatez, altruismo, altura de miras. Ojalá que pronto fuera posible, es tan urgente como la cordura colectiva.

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