martes, 1 de octubre de 2024

POR UN PUÑADO DE LIKES









Leonor Fini




Somos mayoritariamente mediocres y simples, pero en las redes sociales se nota más... Aquí nos hinchamos, nos sentimos importantes, sabiondos, completamente ajenos a nuestras carencias e inmunes a la autocrítica. Y así resulta la imagen que damos de nosotros mismos, pobretona, convirtiendo internet en una saturación de estereotipos agotadoramente repetidos, frases hechas, pensamientos pseudo profundos, opiniones irrebatibles, mensajes aleccionadores, enseñanzas estériles, puestas de sol, lunas, flores, mascotas, excursiones, comidas, chistes malos, saludos, bendiciones, cadenas irrompibles, muchas fotos privadas y así. Una sobredosis de datos poco relevantes, una falta de respeto por el tiempo de los demás, cuando al final no es tan importante que nos lea mucha gente, sino que cuando nos lea alguien con criterio se quede con una buena impresión nuestra. 
Aplicaciones como Facebook, diseñadas en origen para un reencuentro enriquecedor con amigos y conocidos, están completamente colonizadas por maromos desconocidos poniendo posturitas... Predominan los egos narcisos (con sus comentaristas adjuntos, donde queda patente un gran servilismo o agresividad, según casos, además de unas faltas de ortografía que hacen doler la vista). 
Luego están esos videos absurdos que se hacen virales por unas horas, dignos de un estudio aparte: ¿¡como es posible arriesgar la vida, incluso llegar a perderla, por un momento de "gloria", o tener el cuajo de seguir grabando escenas escalofriantes en lugar de socorrer a las víctimas?! Alucinante.
Internet es adictiva como una droga, perjudica la salud mental, nos fabricamos un personaje a medida y luego confundimos la realidad y la fantasía. 
La fascinación tecnológica atrapa en sus redes (nunca mejor dicho...) a personas y a su imprescindible sentido común: los menores de 25 años consultan compulsivamente el móvil cada 7 minutos, y el temor a no ser populares puede ocasionarles una severa falta de autoestima, ansiedad e incluso depresión. La culpa es, como siempre ha sido, de los educadores y políticos de turno. Todos somos responsables de este desatino.
Antes se creía que la principal causa de la idiotez humana era la falta de información, pero al final no era eso: como dice Rosa Montero, "la catástrofe comienza cuando la gente deja de escuchar a los demás. Cuando alguien empieza a creer que lo que dice, esas cosas aburridas que ya ha repetido mil veces, son las mejores y más importantes". Por desgracia es así como se maneja este espacio, esta evasión, este sentirse alguien, con el resultado último de un gran vacío y soledad, miles de amigos virtuales a los que nada nos une, y a veces nadie cerca con quien tomar un café. 
Luego está una prisa enloquecida y malsana, esa dispersión fruto de tanta tecnología punta, esa cultura nefasta de la rapidez y lo inmediato, cuando vivir despacio y centrados en lo que estamos haciendo es la única forma de disfrutar. 
A todo esto, se palpa un materialismo barato, una pedantería absurda, una afición exhibicionista al consumo, al lujo, a marcas caras o a viajes estrambóticos. 
El filósofo Markus Gabriel propone la creación de una red social ( la llamaría Ágora...), que sea un espacio serio y riguroso, donde solo quepa el intercambio de ideas, la creatividad, la madurez intelectual, la cultura y la nobleza de sentimientos— todo tan necesario y urgente como que la cordura colectiva pase a ser una cuestión de Estado. 
A los móviles y toda su parafernalia habría que  incorporarles algo como un "mantra" que nos recordase a diario que la vida es corta y que hay que saber vivirla: lo más importante es ser buena gente, mirar al rededor e intentar ser feliz con lo que nos toca. Sin hacer nunca daño a nadie.

1 comentario:

  1. Sim aqui é tudo luzes da ribalta pobre, dos 'likes' também pobres e que dão para tudo desde o sorriso com o vestido novo, até ao livro a publicar já, "amanhã"... ou fato de luzes de tourada pobre - felizmente já a afastar-se do mundo dos humanos. Não estou pessimista, não acho que essencialmente muito tenha mudado: "essencialmente". Agora não leio querida Maria, só re-leio! Do importante já foi tudo "dito"... Estarei a ficar velha? já me importou isso, hoje eu só quero ficar livre! E, assim, releio o Tackeray, o enorme Tackeray que sabia tanto! Feira das Vaidades ou, melhor, "Vanity Fair" - já que me estou a dar o trabalho de voltar à edição inglesa, linda, encadernada que o Manuel me ofereceu. Está lá tudo! Agora - hoje- é "ligeiramente" diferente ... e pior! Com a AI (ou IA?) que eu já detesto e nem quero saber o que é,,, "Vaidades" e "Feiras" houve sempre e a desumanização do humano também. E as f.da.p. também...Não, não estou desiludida! Estou como tu: a viver as coisas que ainsa acho importantes! E há muitas, felizmente minha querida amiga!!!!!!

    ResponderEliminar