martes, 1 de abril de 2025

EL PERFUME DEL SILENCIO

 




                                                                                            Harald Giersing





Las relaciones humanas pueden ser pobres y difíciles o todo lo contrario, generar una riqueza interior más importante que cualquier condición social. Junto a la inteligencia y el trabajo, la comunicación ha sido el pilar básico para nuestro desarrollo desde el australopiteco. Aislados no somos nada, nos necesitamos los unos a los otros, cada cual con su historia, sus luces y sombrasLa perfección, una utopía, la soledad, un castigo.
Pero cuando nos hacemos viejos cambiamos el chip y nos volcamos más hacia dentro, un poco por egoísmo y defensa propia. Cada edad con sus apetencias.  
En un mundo globalizado y lleno de incertidumbres donde somos informados puntualmente, con tintes sádicos y morbosos, de las desgracias y peligros del planeta entero, puede surgir la necesidad de escapar de todo lo que es agobiante, amenazante, inquietante, indignante, frustrante, y hasta pedante,  estomagante y así. 
Cuando los hechos nos sobrepasan somos presa de un cansancio y desencanto extremos que nos llevan a elegir el silencio, a apearnos de conflictos y discusiones estériles para poder vivir en paz con nosotros mismos, a una cierta distancia de lo que nos altera inútilmente: nos embarcamos en un viaje interior hacia el sosiego, buscamos un horizonte de serenidad y belleza con la compañía de buena música, buenos libros y buenas personas, agradables, sensatas y a ser posible moralmente elegantes y cómplices. 
Antes que "nihilismo" es como un instinto de protección, de ser positivos, pragmáticos, emocionalmente inteligentes y de no perder por completo la fe en la condición humana, pese a tanta crueldad y ambición: disfrutamos la vida mientras se puede y nos dejan, en un relato personalizado que sirve para versionar lo que desearíamos que fuese cierto sin serlo. Una ceguera voluntaria y liberadora. 
Nos movemos dentro de un trasfondo cultural que nos determina, incluso podría decirse que todos llevamos unas cuantas mentiras fundacionales — pero cuando las malas políticas de los corruptos vendedores de humo proliferan como una plaga, hay que saber decir "basta" para beneficio de nuestra salud física y mental.

Me quiero entregar la llave de la felicidad que me gané cuando perdí mis miedos.
   Marga Guzmán Marciano