óleo de Brita Barnekow |
Hay gente que nace y muere en la misma calle, y eso no es malo ni es bueno, y hay gente que nunca vuelve al mismo lugar, y eso ni es bueno ni es malo tampoco, son los avatares de la vida, porque casi nadie puede elegir su destino.
Cuando faltó mi padre, me despedí de las habitaciones de la casa de siempre una por una, sabiendo que a partir de entonces cuando volviese al pueblo ya solo iba a encontrar abiertas para mí las puertas del cementerio. La casa se vendió porque me pillaba demasiado lejos, yo siempre he estado muy lejos. Me suele pasar lo que menos me había imaginado, las cosas que van ocurriendo me pillan tan de sorpresa que hace ya tiempo decidí no hacer planes, aprendí que es una casualidad improbable la de que los sueños se cumplan. Dejo pues que la vida me sorprenda cuando le viene en gana, y entre lo que me pasa a mí y lo que veo pasar a otros, bueno o malo, voy perdiendo la capacidad de asombro...
Las pocas veces que he vuelto a mi pueblo es como si él y yo hubiésemos cambiado juntos: los atajos, los regatos, los gallos cantando el amanecer, las carreteras con más carromatos que coches, las tardes de verano con más moscas que frescor, los paseos en las noches calientes con más luciérnagas que farolas, los grillos, las estrellas y la luna como únicos testigos de los primeros besos a escondidas.
Mis raíces las llevo conmigo allá donde me lleva el destino, porque como dijo Salustio, sé bien que no es mi vieja casa lo que extraño, si no mi niñez.
Lo importante es no quedar solo nunca, ya sea en la calle de siempre o cambiando de calle toda la vida.
"A veces, muy de tarde en tarde, se tiene la impresión de que también los lugares un día conocidos y olvidados luego acusan nuestra presencia cuando volvemos a visitarlos, y se establece una corriente de complicidad que avisa del entendimiento mutuo, las manos del viento se vuelven más largas y tenaces al rozarnos la piel, se oyen murmullos casi imperceptibles, la luz se tornasola: toma, te estoy devolviendo algo tuyo que guardaba, me lo diste a guardar, ¿te acuerdas?, y el lugar sabe que sí, nota que le estamos dando las gracias como a un amigo."
(Carmen Martín Gaite, "Irse de Casa")
É uma evocação muito bela! E como é verdadeira!
ResponderEliminarPara quem andou por fora, ora aqui ora ali, é bem verdade que o importante é não estar só. E que o que ficou para trás nos diz, a lembrar: "toma, te estoy devolviendo algo tuyo que guardaba, me lo diste a guardar, ¿te acuerdas?"
Em todos os sítios voltamos a plantar uma flor, ou um pequeno jardim e tentamos "recriar" -com as nossas raízes bem dentro de nós e a tal criança que fomos bem apertada ao peito- a vida.Sempre nova, sempre a mesma...
Tu percebes issso muito bem e conseguiste transmiti-lo.
Um beijinho amigo
Nunca escrevi nada para que outros lessem,até que te tive de interlocutora, será por algo...
ResponderEliminarEu perceberia se tu percebesses que eu percebo que tu percebes. Ri-te comigo, please. Beijinhos.
Ah! E serei tua amiga sempre! (os desejos do pequeno príncipe, para mim são ordens)
Esas escaleras de la foto, bien podrían ser las de la casa de mis padres, en un precioso pueblo de Aragón...Esos bizcochos recién hechos, ese río cristalino, los carromatos y los burros....
ResponderEliminarSí, esas son también mis raíces. María, somos muy afortunados de haber nacido en un lugar que bien podría ser el paraíso, la llovizna de otoño, los niños jugando todo el día por los montes, sin apenas peligros, las mujeres sentadas a las puertas de su casa, en corrillos...
Me dan mucha pena los niños de hoy día que son aparcados frente a la tele y el ordenador...Tendremos con la modernidad otras ventajas, qué duda cabe, pero yo creo que todo niño debería poder disfrutar de lo que nosotros pudimos disfrutar....
Por cierto, yo aquí sigo, en mi pueblo de la infacia, eso sí, muy cambiado, ahora hay hoteles, tiendas sofisticadas, coches carísimos mujeres elegantes, centros comerciales....Ese pueblo de hace 60 años ya tan sólo existe en mi recuerdo....
Un saludo muy afectuoso, señoras mías, de Manuel....
Sí, Manuel, yo tambiém pienso que hemos sido unos niños muy afortunados de haber vivido en esos tiempos tan hermosos que ya son historia, y además en preciosos pueblos de montaña, en contacto con la naturaleza y sintiéndonos libres.
ResponderEliminarGracias por participar, le devolvemos el saludo con afecto, mi amiga y yo.
Tudo o que vivemos faz parte de nós. É como se com o tempo nós aumentássemos: mais sensações, alegrias, tristezas, momentos, mais conhecimentos, actividades, ganhamos outras qualidades,..., e, vamos crescendo, mais e mais. Não perdemos o que já foi, porque o que foi está em nós, e vai connosco. E assim, são tantas as vezes, que mesmo sem nos apercebermos, de alguma maneira o transmitimos a outros.
ResponderEliminarUm grande beijinho,
Graça.
As tuas palavras são um bom exemplo de que quase sempre vale a pena um gesto, uma esperança nos outros.Sinto que tu não tens parado de crescer, e é bom saber que para ti ainda existo. Te quiero mucho
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