De la película Dolls ( de Takeshi Kitano) |
Reanudar desde el fracaso una relación sentimental ya muerta, es como habitar de nuevo un lugar lleno de nada o como quedar anclado en los restos de un naufragio sin volver a pisar tierra.
En el tiempo corto en que los desencuentros aún tienen solución no hay que mirar para otro lado, porque cuando ya es tarde para todo, imaginar que el amor sigue vivo es algo puramente literario, es como no cambiar de máscara cuando ya se está en otra función: mejor esfumarse, perderse en los entresijos de la vida sin miedo a las incertidumbres, buscarse a sí mismo por los rincones antes de darse por perdido.
Tampoco hay que flagelarse por haber fallado a otra persona, por no haber estado nunca a la altura de las circunstancias, por haber desatendido todas y cada una de las pequeñas cosas de cualquier corazón, por ir por otros derroteros, con otros sueños, otros anhelos, otras curiosidades, otros fríos, otras grisuras, por haber estado ausente incluso cuando se estaba cerca.
En los desencuentros no hay culpables ni inocentes, todos somos víctimas, porque lo que no va bien siempre va mal, y al final nadie es feliz dentro de un gran vacío: no se tiene verdadera conciencia de lo que está pasando hasta que la traca final es una liberación.
Somos todos inconstantes y polifacéticos, lo que ahora es mucho luego no es nada, hasta que con los años vamos asumiendo la poca importancia que tiene casi todo, dejamos de querer cambiar quién no quiere ser cambiado y de querer entender el mundo sin entendernos a nosotros mismos, con nuestras luces y nuestra sombras imposibles de dibujar.
Cuando alguien invade a traición un espacio que creíamos nuestro, reservado y seguro, crea un gran desorden y dolor que puede conducir al caos nuestro pequeñísimo universo. Hay que buscar formas de luz que nos alumbren sin destruirnos y asumir el inevitable desajuste con la existencia sin esperar que ninguna persona sea capaz de resolverlo por nosotros.
Así como una foto sublima lo real, toca quedarse con lo que haya valido la pena y dejar que todo lo que pueda arañarnos por dentro se vaya río abajo, sin retorno.
acuarela de Will Barnet |
Talvez o mais difícil, seja aceitarmos que podemos ser felizes. As vezes colocamos tantas tranqueiras no meio do caminho, que passamos a não ver e não ouvir e portanto não andamos.
ResponderEliminarTalvez seja realmente imperioso amar, simplesmente amar.
bj meu
UNa forma sabia y bellísima de describir desde la lucidez la tragedia de un fracaso sentimantal. Me llegó muy dentro, este su apunte semanal que esta vez se hizo esperar un poco más.
ResponderEliminarFeliz semana, un fuerte abrazo.
Manuel
COisas terríveis da vida. Mas quem ama, entrega-se e pensa que tudo vai correr bem, nunca sonha que um dia pode vir esse tal desencontro...
ResponderEliminar"lo que no va bien siempre va mal, y al final nadie es feliz dentro de un gran vacío..."
Continuemos a ter esperança e a querer ouvir as nossas amigas dos Vurdóns:
"Talvez seja realmente imperioso amar, simplesmente amar." Sem esperar nada em troca, esperando sempre.
Isso é muito difícil? O que é difícil é tentar...
Tentemos, porque nada é pior do que o vazio!
Beijinhos e gostei das imagens, tão bonitas e que dão tudo desse problema!
Rotina
ResponderEliminarEugénio de Andrade
Passamos pelas coisas sem as ver,
gastos, como animais envelhecidos:
se alguém chama por nós não respondemos,
se alguém nos pede amor não estremecemos,
como frutos de sombra sem sabor,
vamos caindo ao chão, apodrecidos.
Pior que sofrer desencontros, é nunca ter amado.
ResponderEliminarMas a vida troca-nos as voltas.
Adorei a segunda pintura.
Um beijinho