lunes, 1 de abril de 2024

LA VIDA, UN VIAJE IRREPETIBLE

 




Más largo o más corto, más amable o más ingrato, cada vida es un recorrido personal e intransferible, hacia ninguna parte: lo único que tenemos es el viaje, luego el final es el mismo para todos, y nadie puede coger otro tren que no sea el suyo para ser lo que no es, no ha sido ni nunca será.
Mientras hacemos el camino, reconforta mucho que a nuestro alrededor haya paz, armonía, seguridad y esperanza.
Si descarrilamos nos reconstruimos para seguir adelante con determinación y coraje, sacando provecho de las oportunidades, controlando las emociones e intentando tomar decisiones acertadas, aunque difíciles o valientes: con cobardía y buenas intenciones, no se llega a ninguna parte. Es fácil opinar y arreglar las vidas ajenas, cuando a veces somos incapaces de poner orden en la nuestra...
Se aprende a vivir. Tenemos un mapa interior que nos orienta, luego todo depende en gran parte de la actitud y del pensamiento: se puede engañar a los demás, pero el que se miente a sí mismo vive a medias, sin conocer nunca la plenitud. Para Borges la vida es tan bella, que no pasa un solo día en que no estemos, aunque sea por un instante, en el paraíso: cuando nos sentimos bien es como si todo estuviera en su sitio. El mundo es para cada uno lo que su mente alcanza, y los sentimientos son lo que le dan sentido — la belleza está en los ojos de quien mira, y las pequeñas cosas se disfrutan poniéndoles atención y cariño: "El cambio de las estaciones/ Ducharse, nadar/ Vieja música/ Escribir, plantar/ Cantar/ Ser amable...(Bertolt Brecht). También algo como comer, conversar, bailar, oír los pájaros, el mar, una sinfonía, calentarse con un rayo de sol, una risa, una caricia, una palabra, un niño, un perro, una flor... Mil cosas: cada uno busca a su manera el camino hacia el sosiego.
Nos sentimos especiales y lo somos: para nosotros mismos y para algún amigo que nos quiera de verdad. Lo importante es estar a gusto consigo mismo, crearse, inventarse, quererse, mimarse, respetarse, perdonarse y también evadirse, siempre que posible, de lo que nos asquea sin aportarnos nada que valga la pena. 
Tener ideas originales es muy difícil, pero no se puede vivir instalado en un mar de dudas y temores que lleven a un naufragio, en lugar de alimentarnos de lo que caliente más el corazón.
Con la inteligencia emocional nos vamos adaptando a las circunstancias sin pedir demasiado a la vida: quien no sabe apreciar lo que tiene, es como si no tuviese nada.
El destino incierto, el azar y la suerte caprichosa siempre acechan y son motivo de permanente incertidumbre: hay tanto dolor en el mundo, que tenemos que estar agradecidos mientras la fortuna nos acompañe para ir saliendo airosos de cada día que pasa.  

Ambiciono viajar por mis días intensa y felizmente, y morir lo más viva posible.
 Rosa Montero     

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