martes, 8 de febrero de 2011

DE LA DISCRIMINACIÓN Y LA HIPOCRESÍA








óleo de Ensor


                  





Voltaire habló de una estupidez colectiva, más lesiva que la individual: puede llegar a ser muy grave tener la cabeza llena de tópicos y estar totalmente condicionado por el medio.
Hemos dejado atrás casos horrendos de intolerancia generalizada pero por desgracia, en mayor o menor grado, seguimos viviendo instalados en ella. Las leyes van abriendo caminos y esperanzas mientras las conductas sociales siguen sin resistir un análisis objetivo.
Todos sabemos que por regla general las personas no son valoradas por sus virtudes sino por características secundarias, todos sabemos que vivimos en una sociedad injusta y cruel: se discrimina a los feos, como si la belleza fuese un mérito propio e imperecedero; se discrimina a los viejos, como si no fuesen un espejo donde todos tenemos que mirarnos; se discriminan los discapacitados, como si alguien estuviese libre de serlo en cualquier momento; se discriminan los homosexuales, como si no pudiésemos haberlo sido o tener hijos que lo sean; se discrimina a la mujer por un oscurantismo atávico que viene de muy lejos; se discrimina a las personas por el color de la piel o por su raza; se discrimina a los que tienen según que enfermedad; se discrimina a los gordos, a los bajitos, a los torpes, a los bizcos, a los que no tienen dinero, a los que no tienen cultura, a los que no tienen elegancia, a los que no tienen nuestros pensamientos o nuestras creencias, se discrimina, en fin, a todo lo que no participe de nuestro modelo ideal y absurdo. 
Tenemos una visión distorsionada de la esencia del hombre y nos atribuimos virtudes que nos ubican en un escalón más arriba cuando lo único que nos distingue es nuestra pobreza interior. El respeto hacia todo lo respetable es una forma de dignidad, la sabiduría es humilde. "Donde no hay coexistencia hay codestrucción" (Rabindranath Tagore).
Por otra parte, practicamos el doble rasero de exigir a los demás cualidades de que carecemos: hacemos lo que condenamos, defendemos con hipocresía lo que en el fondo no pensamos ni sentimos, mentimos con cinismo sobre conceptos que no tenemos intención de poner en práctica jamás: lacras abominables de una sociedad viciada donde jugamos todos con las cartas marcadas. 


óleo de Toulouse Lautrec



1 comentario:

  1. Tens razão, vivemos num mundo injusto e hipócrita! Mas cada gesto nosso pode "acrescentar" algo de bom, de positivo, a esse mundo injusto; ou torná-lo -num pequenino átomo de tempo- menos injusto...
    Uma gota de água no tal mar de injustiça!
    É uma gotinha que ajuda uma alminha qualquer, quero acreditar...
    Beijos amiga, compaheira da eterna juventude!

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