viernes, 27 de abril de 2012

LA MUERTE Y LA INOCENCIA

.




en los bosques de La Alhambra


Se me murió un amigo de repente, mirando la tele, de esa manera privilegiada que a los que quedamos nos deja descolocados, nos asustan las pérdidas tan bruscas, necesitamos un poco de "calentamiento mental", porque aunque el fallecido sea mayor, siempre nos parece pronto y nos deja sin consuelo la partida de los que amamos.
La viuda o viudo suelen estar enteros, prefieren no pensar y no sentir, permanecer en estado de choc, como si de cierto modo se tratase de una función anunciada: que salga bien todo, muy organizado, para un público que suele asistir bien vestido y formal, con muchos saludos, muchos reencuentros con anécdotas sobre el difunto, recuerdos, panegíricos, silencios emocionados y tristezas contenidas.
Se comprueba en los que no veíamos hace años lo viejos que estamos todos, lo pronto que pasó el tiempo y como nos vamos haciendo a la idea de ser el que estará entre las flores.
Para el que sobrevive de la pareja, el duelo empieza cuando vuelve a casa y se descubre solo en el mismo lugar donde vivió más de medio siglo con el que quedó en el cementerio. Hay los que se reinventan, incluso a veces con buen criterio, pero cuando la convivencia fué de tan larga duración, también los hay que empiezan a morirse poco a poco, incapaces de volver a empezar solos todo lo que han vivido siempre a medias. 
A mí personalmente lo que más me dolió en este entierro, aparte de la pérdida de alguien que era como un hermano, fué su nieto Rodrigo, un niño de seis años de ojos grandes como faros, que no hace mucho le había dicho: " abuelo, tu eres mi mejor amigo".
Siempre habían vivido juntos, lo llevaba al fútbol, le escuchaba y le contaba historias con esa ternura y entusiasmo que ponía en todas las cosas. Rodrigo le adoraba y el adoraba a Rodrigo,  que era el más pequeño de sus nueve nietos de todas las edades.
El chaval deambulaba solo y asustado, como ido, por entre la gente que le ignoraba.
Ya en el cementerio se plantó al lado del féretro, inmóvil como una estatua bajo un sol de justicia, mientras todos buscábamos la sombra de los nichos de enfrente. Miró fijamente como dos hombres de mono azul metían dentro de un agujero muy negro el cuerpo de su mejor amigo y cerraron con cemento y rapidez, en medio de un silencio que daba frío, aquella maldita entrada a ninguna parte.

Habrá regresado pronto al cole, a los amigos y a los juegos infantiles, pero no creo que olvide nunca que una tarde soleada de Abril se tropezó con la muerte por primera vez cuando de repente su abuelo, que le quería tanto, se quedó para siempre encerrado dentro de una pared fría y oscura sin tan siquiera decirle adiós.

foto de Ricky Dávila

6 comentarios:

  1. Me quedo con: " ...los hay que empiezan a morirse poco a poco, incapaces de volver a empezar solos todo lo que han vivido siempre a medias"

    ResponderEliminar
  2. Me gustó mucho este texto,María, tan triste y tan cierto. Siento la muerte de su amigo, buena para él e impresionante demás para los que quedan tan vacíos de repente. El amor de los nietos hacia los abuelos llega a ser muy grande y acompañarles toda la vida. Vendrán otros amores para Rodrigo, pero ese no se le irá nunca del corazón.
    Un abrazo grande, Manuel

    ResponderEliminar
  3. Esse menino não vai esquecer nunca "o seu melhor amigo"! E vai precisar dele, vai lembrá-lo sempre...
    "No perdono alla muerte ni a a la vida ni a la nadie"(?) como dizia Miguel Hernandez.
    Como perdoar? Como esquecer?
    Sabes que lamento muito a morte desse teu amigo. Abraço forte

    ResponderEliminar
  4. E essa é a roda da vida, as vezes nos para diante de um susto, mas logo começa a andar de novo e de pronto.

    Que seja ele uma estrela a cuidar do neto e do melhor amigo, que seja um bom amigo a ficar plantado no teu peito.

    bjs nossos

    ResponderEliminar
  5. Acho que o menino não deveria ter visto fechar o caixão com o avô lá dentro, mas cada um tem a sua forma de ver.

    Sei que não concordas comigo, mas acredito que há algo para lá da morte, senão seriamos apenas e tão somente como uma pedra ou um pedaço de terra.

    Um beijinho e lamento a morte do teu amigo, porque mesmo acreditando no que acredito, sei que quem parte nos faz falta e nos primeiros tempos a saudade dói...

    ResponderEliminar
  6. Olá Isabel, haja ou não algo para lá da morte, ela existe e cada cultura a trata de maneira diferente. Eu sempre opto pela verdade, por muito dura que seja, e que as crianças de uma forma natural vaiam assimilando o que é a vida e o seu final. O Rodrigo sempre viveu com o avô, e se lhe escondessem a realidade, ele ia fazer muitas perguntas tempos e tempos, não entenderia nada, talvez sofresse mais, e subconscientemente estava a converter a morte num tema tabu, portanto escuro e inquietante. É a minha opinião, naturalmente, respeitando a tua e a de todos, cada pessoa faz o que pode perante um tema tão delicado como a morte e a inocência...
    Beijotes, feliz semana

    ResponderEliminar