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óleo de Caravaggio |
Tenemos problemas tan graves por resolver que está amenazada nada menos que la supervivencia del planeta, pero casi todos miramos a otro lado hasta que las cosas nos afecten personalmente: que nuestro aire sea irrespirable, nuestra calidad de vida se derrumbe o los polos se derritan finalmente y nos aneguen a todos.
En lo que a España se refiere, por de pronto tenemos que acostumbrarnos al desfile interminable de mangantes y sinvergüenzas que vamos sufriendo como una pesadilla. No salimos del asombro, del pasmo que produce verles a todos con la misma sonrisa descastada, incluso cuando van (¡los que van!) esposados y flanqueados por policías. Quien es capaz de tal puesta en escena es capaz de muchas otras cosas; quien parece indiferente al deshonor y a la ignominia es porque carece de principios, y si no se acaba con esto, acabará esto con España.
Un puñado de héroes ha venido extinguiendo zares y emperadores, santas inquisiciones y fundamentalismos, crueldades e inmoralidades, gente echada a los leones o chamuscada viva en las plazas públicas; millones de vidas son emuladas para lograr una sociedad más justa, pero las plagas malditas nunca se extinguen del todo y al bajar la guardia siempre vuelve el mamoneo y las burbujas que nos estallan luego en la cara, llenas de porquería.
Si algún día triunfase la cordura, la ostentación de riqueza en un mundo que se desangra alrededor sería una ordinariez; el consumo irracional es un suicidio colectivo, y si no se le pone coto, el desastre planetario será nada más y nada menos que la Crónica de una Hecatombe Anunciada.
Los ladrones de guante blanco a costa de lo que sea, deberían ir pensando que los que siempre pierden acaban por romper la baraja, y que cuando la tierra entera se vuelva un secarral cualquier chispa desatará el fuego del infierno.
" La Historia es el progreso de la conciencia de la libertad", Hegel
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óleo sobre tabla de Montserrat Gudiol |