Pintura de Ando Hiroshige |
Muchas tardes cuando me acurruco en el sofá para dormir una siesta, calentita o fresquita según temporada, hago un repaso por el mundo y le doy gracias a la vida por como me está tratando hasta ahora. (Tengo la buena costumbre de fijarme en los que están peor que yo, por eso soy una persona agradecida, porque somos hijos del azar, y hay tragedias devastadoras, personales o colectivas, que van pasando delante de nuestro asombro en vivo y en directo con una frecuencia que desespera).
La historia de la humanidad ha sido siempre eso y más, pero hasta hace muy poco no había televisión, el mundo era enorme y cada palo aguantaba su vela. Solo que ahora el mismo mundo, completamente otro, es una bola cada día más pequeña donde nada de lo humano nos puede ya ser ajeno. Cada nuevo desastre va dejando caer en el olvido el anterior, todo es fugaz, superficial, cada vez hay menos memoria y menos ganas de tenerla, no hay capacidad para tanto sentimiento, a fuerza de querer abarcarlo todo poco se alcanza, y así vamos dejando tocada nuestra capacidad de asombro y compasión, las neuronas espejo tienden a habitar un espejo sin neuronas, donde solo se refleja nuestro propio y miserable retrato.
Y de repente lo de Japón.
De repente un terremoto y una ola asesina en el país más preparado para estos desastres fué un azote brutal que superó todo lo previsible, seguido ya de ochocientas réplicas, con un 60% superiores al 6,5 de la escala de Richter, y la peor de las pesadillas: una fuga nuclear en tres centrales todavía incontrolada, con efectos aún impredecibles.
Amaneció una mañana con este paisaje desolador ese pueblo único, referente en muchas facetas, ejemplo de serenidad y eficacia, culto, amable, el país del kabuki, bunraku y noh, del kyogen, el haiku, el ikebana y tantas otras maravillas.
Poesía brevísimas, llenas de naturalidad y sencillez, un arte floral con un respeto hacia la naturaleza profundamente arreigado, una ceremonia del té exquisita y mil manifestaciones creativas más que siempre sugieren belleza y armonía, sutileza, auto control y una profunda espiritualidad.
Japón es un país que sabe ganar y sabe perder, "Así se triunfa", "Así se sufre", "Así se muere".
Japón asume la gloria y el fracaso con el mismo aplomo y dignidad, es un pueblo con valentía y elegancia, sensible e inteligente, que pone el bien común siempre por encima del personal.
Los japoneses estan viviendo un momento histórico, no solo dentro de sus fronteras sino a nivel planetario: es la primera vez que la locura nuclear hace que sea más facil comprar en un país superdesarrollado una joya de Cartier o un bolso de Prada que una simple botella de agua potable.
Por desgracia ya no es la primera vez que hay un escape nuclear, y si no ponemos freno a esta carrera demencial, tampoco será la última, ¡y puede que a la próxima, sea demasiado tarde!
La emblemática noria de Daikanransha sigue dando vueltas como la vida misma — cuando alcanza la cima ya solo puede ir hacia abajo, y cuando más cerca está del suelo es cuando empieza a subir de nuevo: ojalá que desde lo más alto se pueda volver a contemplar en breve un Tokio tan espléndido como siempre.
La primavera empezó cargada de desolación e incertidumbre, esperemos que de los brotes verdes y los cerezos en flor salgan buenos frutos como toda la vida.
Le deseo a Japón que se recupere pronto de esta pesadilla.
ResponderEliminarMe quedo con la noria de la vida.
Sim, quem dera que assim fosse! A Primavera, a festa da cereja começou no Japão, alguns arriscam-se, a medo, a ir er a beleza, frágil beleza no país onde a "im-permanência", a fugacidade de tudo é o sentimento dominante...
ResponderEliminarQuem dera que a página se volte, deixando os ensinamentos...
Para trás, deitamos sempre para trás como tu dizes bem a última notícia -rapidamente substituida pela "mais última"!
"Cada nuevo desastre va dejando caer en el olvido el anterior, todo es fugaz, superficial, cada vez hay menos memoria y menos ganas de tenerla, no hay tiempo para los sentimientos (...)"
Que ao menos deste reste alguma coisa! Porque a beleza, a delicadeza,a sensibilidade, o recato deste povo merece um tratamento de respeito especial! Acho eu, claro...
Beijinhos, gostei muito!
(O Ando Hiroshige é lindo sempre!)
É Maria, você está certa, o mundo se esquece rápido da trajédia, não vê o Haiti? Aqui pelo Brasil, as trajédias do ano passado já nem se fala e nada ainda foi recuperado.
ResponderEliminarO mundo anda ficando meio egoista por demais.
Vamos fazer Chorinkas pelo japão, acho que vão dar 600. Sabemos o que é deixar de existir e ter o passado esquecido.
Nós não esqueceremos o Japão e tenho certeza que vc também não.
5 bjs
Los japoneses son valientes, trabajadores, educados, disciplinados, y eso es lo que les va a valer para reponerse como siempre lo han hecho en el pasado. El dinero, que también tienen, es el menos importante de los dones.
ResponderEliminarEnhorabuena por lo que escribe ( no quiero ser pelota...)
Un abrazo cordial, Manuel
Vim dividir felicidade Maria
ResponderEliminarhttp://cozinhadosvurdons.blogspot.com/2011/04/projeto-kalinka-uma-receita-de-sucesso.html
bjs - 5