viernes, 20 de mayo de 2011

EL TACO EN ESPAÑA







El charlatán de El Bosco


A los 25 años mis "educados" labios aún no habían proferido una única palabra malsonante pero como casi siempre ocurre, una vez soltada la primera ya no hubo marcha atrás de tanto que me gustó, así que, visceral yo, adherí hasta las últimas consecuencias a un lenguaje políticamente incorrecto.
Hoy en día ya no puedo ni quiero prescindir de todo un arte lingüístico del desahogo, en la rabia como en el dolor, el espanto, el hartazgo, la impotencia, la perplejidad e incluso en la alegría, el entusiasmo o la pasión.
El taco es un lenguaje vehemente e imaginativo, mezcla de rebeldía y sentimiento, de transgresión y creatividad, con energía y guasa, el fiel reflejo aquí de un pueblo histriónico y extrovertido; no me imagino a un japonés soltando con cara de cabreo esta perla de los improperios:
 “¡Me cago en la mar serena!”
Los cagüens son un derroche de inventiva, de lo que es la fuerza y la capacidad catártica de la palabra — siempre la palabra, el verbum, la comunicación, la historia de nuestra historia: si no somos capaces de expresar lo que pensamos y lo que sentimos es como si no pensáramos ni sintiéramos. La palabra agita el corazón de quien la escucha, la palabra inteligente es el único espacio de reconciliación del yo con el mundo.
Curiosamente las personas con un lenguaje rico como pueden ser los buenos escritores, casi siempre están dispuestas a cambiar de registro: si se recurre mucho al taco es que falta capacidad para expresarse pero si uno no lo usa nunca, seguramente es por ser demasiado introvertido, reprimido, poco apasionado y expresivo.
Hablar en privado igual que en público es como no hurgar nunca en la herida de la existencia, es como meter la cabeza en la arena para no enterarse de vida, y a una cierta edad es conveniente no permanecer ingenuo. Como dice Moyedano, “ya nunca más volveremos a ser sentimentales, nos venimos abajo como calzón de puta, la inocencia se acabó”.
Para Séneca el mal hablar es de buena gente en contraste con otra de castradora dulzura... Tener mala leche, un suponer, estar de mala leche, ser la leche, ir a toda leche, pegarse una leche, dar una leche, ir cagando leches: ¡¿Me cagüen la leche, leches, ¿como expresar esto en cristiano?! 
Hay que ver lo que da de sí el blanco líquido y tantas otras cosas, como la uva, la sangre, los huevos y hasta la hostia — por consagrar, claro....  


Fragmento de La Lechera de Vermeer




 

3 comentarios:

  1. Me quedo con esa visceralidad que adivinaba o presentía.

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  2. Usted "se va quedando" con algo mío y yo de usted no sé nada, es un poco injusto...
    Sin embargo gracias por su presencia.

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  3. Querida María, me gusta imaginarla soltando un taco para los amigos. Un español sin tacos es como una rosa sin aroma...
    Abrazo de su amigo que por cierto está de mala leche ahora mismito

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