pastel de Rosalba Carriera |
¿Qué extraña fuerza nos obliga a entrar en los quirófanos y a mutilarnos para no sentirnos desgraciados? Da ternura ver a la gente con morritos de besugo o boca de pato, la piel estirada como un tambor, los mofletes con dos flemones, los calvos sin dinero para implantes con imposibles ensaimadas de cabello tapando la vergüenza de su calvicie, o los que se machacan literalmente en los gimnasios para estar cachas: da ternura pensar que todo esto tiene la misma finalidad, que no es otra que agradar, ser querido, no ser un bicho raro al quedar fuera de la tiranía de las modas.
No somos conscientes de que antes que nos hayan rechazado los demás por nuestro aspecto nos hemos rechazado nosotros mismos, que nos faltó coraje para ser tal como éramos.
Muy poco pueden aportarnos las personas que no nos acepten físicamente, pero da ternura ver hasta dónde podemos llegar para que nos quieran, aunque luego tengamos que descubrir que el camino no era ese, que nuestras vidas no cambiaran con los cambios físicos, que siguen por los mismos derroteros, para bien y para mal, y que cuando se hacen cosas raras para ser más guapos o más jóvenes, a veces se entra en una dinámica sin retorno que no lleva a ninguna parte.
Más tarde descubrimos que era en nuestro interior que había cosas que hacer que quizás no hicimos, que teníamos otra materia prima llena de potencialidades, la mente, la personalidad, los sentimientos, la conciencia tranquila, múltiples habilidades. Tantas cosas.
Soñamos con ser guapos, de jóvenes sufrimos complejos por nuestras imperfecciones ( para luego mirar las fotos del pasado y llegar a la conclusión de que estábamos mucho mejor de lo que creíamos entonces...). De viejos seguimos cometiendo errores, nos camuflamos, nos enmascaramos, nos quitamos años, como si a alguien le importase nuestra edad, ¡cuando es solo a nosotros que nos sigue importando, una vez más! Estar viejo y arrugado no le gusta a nadie, estar viejo y arrugado es una putada muy gorda, y curiosamente se resignan menos los que tienen la suerte de permanecer jóvenes por dentro, seguramente el "desajuste" complica la adaptación al envoltorio.
Envejecer no gusta pero es lo que hay, y si nos mantenemos implicados con la vida, el otoño puede ser tan gratificante o más que la primavera.
No adelanta tener miedo al rechazo o rodearse de gente más joven con la esperanza de que la juventud se nos "pegue". Los jóvenes de hoy serán los ancianos de mañana, la vida se repite, al fin y al cabo todos nadamos en las mismas aguas.
Pavo real albino, foto sacada del blog Pelas Estradas do Mundo |
Me quedo con:" No somos conscientes de que antes que nos hayan rechazado los demás por nuestro aspecto , nos hemos rechazado nosotros mismos."
ResponderEliminarOs padrões de beleza são-nos impostos diariamente através da televisão, das revistas, por todo o lado e é preciso ser-se muito seguro de si para às vezes não vacilar um bocadinho. Mas acho que envelhecer de forma natural é o mais bonito.
ResponderEliminarUm beijinho e bom fínde.
Lindo! E sorri, claro, porque é para nos rirmos de nós...
ResponderEliminarPenso como tu: a beleza vem de dentro, está nos olhos de cada um e não nas penas do pavão (que maravilha, no entanto, o pavão albino! mas bem mais belo o "normal" pavão azul da Prússia!)mas às vezes não gostamos da nossa "imagem" ao espelho...
Devemos envelhecer "ao natural", sem botox, nem silicones, nem esses nomes todos assustadores!
(Penso na pobre Duquesa de Alba que me dá vontade de chorar!)
Espero ir envelhecendo assim como estou e não me dar alguma maluqueira dessas!
Claro que outro problema é o querermos que gostem de nós...
Sempre...
Um beijinho: não faças mais asneiras dessas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!Mudar de cara, tu? NUNCA! Hahahahahahaha
Mudar de cara?!!!
ResponderEliminarÉs linda.
Concordamos com o texto, mas com o MUDAR DE CARA, negado...entretanto se o fizeres, nos prometa manter a profundidade do teu olhar, pois é ele a janela de tua alma. E tua alma ninguem muda.
ResponderEliminarAINDA BEM.
bjs das 5
Não há nada como ter amigos para que te digam coisas bonitas...
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