domingo, 12 de febrero de 2012

LA SEÑORA DICKENS









Hay personas brillantes y admiradas con una vida "paralela", secreta e inconfesable. Cuando esa circunstancia ocurre con un genio muy conocido, es legítima la curiosidad por conocer todo sobre él, incluidas sus sombras.
Al puzzle de la vida privada de Charles Dickens se ha tardado más de un siglo en ponerle las piezas todas, puesto que mantuvo en secreto sus andanzas, consciente de que su reputación quedaría dañada si se publicaban en la sociedad tan hipócrita de los tiempos victorianos. Él mismo celebró en algunas de sus obras las virtudes de la vida en familia (El Grillo del Hogar, por ejemplo).
Lo que siempre se supo es que fue un hombre que resultaba enormemente seductor para las mujeres, que le gustaban hermosas y casi unas niñas, y que  muchos de sus amores locos fueron platónicos, pese a que, según aseguraba, la vida sexual era indispensable para la salud.
De este galimatías surge la biografía torturada de una mujer, la legítima esposa, como no, Catherine Hogarth, joven delicada y sensible cuando se casó con Dickens, que seguía enamorado de otra que le había rechazado. 
El único escritor capaz de hacer sombra a Shakespeare como el mejor de la literatura británica de todos los tiempos, tuvo diez hijos de veinte embarazos de su conjugue, utilizada a la vez que despreciada por un marido hastiado que la acusó públicamente, para defenderse de un adulterio que ella misma descubrió, de "ser torpe como ama de casa y como madre, y culpable de la carga económica que le suponía tan extensa prole". Quedó grabado como la insultaba desconsideradamente en presencia de hijos, amigos y sirvientes. Tuvo que soportar que Dickens se enamorara entre otras de dos hermanas suyas que vivieron con ellos — Mary murió con diecisiete años, y del cadaver sacó un anillo que llevó en el dedo hasta la muerte, y Georgina, encargada de la administración de la casa, con quién daba largos paseos y que se quedó con él, igual que nueve de sus diez hijos, cuando Catherine se marchó de su casa para siempre. 
Para Dickens las mujeres tendían a engordar y a hacerse parlanchinas y vulgares, "los lírios se volvían petunias", como Flora de La Pequeña Dorrit, mientras él se mantenía filthy charming y su fama literaria no paraba de crecer a la par que su fortuna económica.
Dijo Platón que hay dos tipos de realidades, la de un mundo ideal y la del mundo real en que vivimos, copia imperfecta que tiende a la degeneración: Dickens le confesó a Dostoievski, su devoto admirador, que en él habitaban dos personas, una que sentía lo que debía sentir, y otra que sentía lo opuesto. Por eso empieza Historia De Dos Ciudades  de esta forma tan hermosa:
...." we had everything before us, we had nothing before us, we were all going direct to Heaven, we were all going direct the other way"...

Lo que más conmueve de Catherine Hogarth es que haya guardado toda su vida las cartas que le escribió su marido cuando aún era joven y bonita, y que antes de morir las haya entregado como un tesoro a su hija Kate " ¡Para que todo el mundo sepa que una vez me quiso!"


Catherine Hogarth por Daniel Maclise



5 comentarios:

  1. Linda homenagem à Mrs Dickens, a bela Catherine Hoggarth que ~tão bem retratas e que bem a merece!
    Claro que para mim esse Dickens é outro...não é o mesmo dos livros que li.
    Como ele próprio confessou, havia sempre um "duplo" nele.
    Há-o em todos os grandes artistas? Eu acho que sim! Sempre dois caminhos: um directo ao céu (?), outro "the other way".
    Para mim, Dickens não é um grande historiador de mulheres: crianças sim, homens sim, mas mulheres, não.
    São caracteres fracos, estúpidos ou antipáticos e perversos...
    Misógino o Mr. Dickens?
    Sabe-se lá.
    Gostei muito da tua ideia! Deixo-te uma música de que sei que gostas:
    http://youtu.be/3dPK-YQMnEM (espero não me ter enganado no "copy"...)
    beijinhos

    ResponderEliminar
  2. Bonito retrato da mulher de Dickens.
    Muitos escritores foram assim, grandes no que escreveram e cobardes no trato com as mulheres.
    As pinturas são muito bonitas.
    Um beijinho e boa semana e outro para a Maria João

    ResponderEliminar
  3. No sé si la señora de Dickens podría haberse rebelado y tener otra vida, pero lo cierto es que la que tuvó fué bien dura y reflejo de la que pasaron tantas mujeres. No me estraña que su cuerpo se ajase, con veinte embarazos y la autoestima por los suelos. Le hizo un hermoso homenaje, María, y eligió dós fotos en que ella está preciosa, hay otras en que ya no parece la misma, como bien sabe, seguro.
    Lo de "insultantemente artractivo me hizo gracia, se ve que lo considera injusto...
    Gracias por los buenos momentos que me brinda, un abrazo amigo, Manuel

    ResponderEliminar
  4. Me quedo con: " ...mientras él se mantenía insultantemente atractivo"....

    ResponderEliminar
  5. O tema é difícil, penso no que seria suportar tal brutalidade, especialmente a psicológica, que mata aos poucos. Quantas telas escondem realidades.
    bjs meus querida Maria.

    Hoje gostaria de te dar um abraço, senti saudade sua.

    ResponderEliminar