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en los bosques de La Alhambra |
La viuda o viudo suelen estar enteros, prefieren no pensar y no sentir, permanecer en estado de choc, como si de cierto modo se tratase de una función anunciada: que salga bien todo, muy organizado, para un público que suele asistir bien vestido y formal, con muchos saludos, muchos reencuentros con anécdotas sobre el difunto, recuerdos, panegíricos, silencios emocionados y tristezas contenidas.
Se comprueba en los que no veíamos hace años lo viejos que estamos todos, lo pronto que pasó el tiempo y como nos vamos haciendo a la idea de ser el que estará entre las flores.
Para el que sobrevive de la pareja, el duelo empieza cuando vuelve a casa y se descubre solo en el mismo lugar donde vivió más de medio siglo con el que quedó en el cementerio. Hay los que se reinventan, incluso a veces con buen criterio, pero cuando la convivencia fué de tan larga duración, también los hay que empiezan a morirse poco a poco, incapaces de volver a empezar solos todo lo que han vivido siempre a medias.
A mí personalmente lo que más me dolió en este entierro, aparte de la pérdida de alguien que era como un hermano, fué su nieto Rodrigo, un niño de seis años de ojos grandes como faros, que no hace mucho le había dicho: " abuelo, tu eres mi mejor amigo".
Siempre habían vivido juntos, lo llevaba al fútbol, le escuchaba y le contaba historias con esa ternura y entusiasmo que ponía en todas las cosas. Rodrigo le adoraba y el adoraba a Rodrigo, que era el más pequeño de sus nueve nietos de todas las edades.
El chaval deambulaba solo y asustado, como ido, por entre la gente que le ignoraba.
Ya en el cementerio se plantó al lado del féretro, inmóvil como una estatua bajo un sol de justicia, mientras todos buscábamos la sombra de los nichos de enfrente. Miró fijamente como dos hombres de mono azul metían dentro de un agujero muy negro el cuerpo de su mejor amigo y cerraron con cemento y rapidez, en medio de un silencio que daba frío, aquella maldita entrada a ninguna parte.
Habrá regresado pronto al cole, a los amigos y a los juegos infantiles, pero no creo que olvide nunca que una tarde soleada de Abril se tropezó con la muerte por primera vez cuando de repente su abuelo, que le quería tanto, se quedó para siempre encerrado dentro de una pared fría y oscura sin tan siquiera decirle adiós.
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foto de Ricky Dávila |