Gertrude Abercrombie
A quien tiene la suerte de escapar a la parca hasta ser anciano le toca una vida larga, buena, mala, regular o de todo un poco, que es lo más frecuente. Incluso los que casi no han salido del mismo sitio y de las mismas rutinas, con unas vivencias bastante previsibles, acumulan un historial de emociones de muchos colores a lo largo y ancho de su trayectoria. Somos un proceso único e intransferible, una aventura, un desafío: no se llega a la vejez de manos vacías, se van llenando por el camino con aciertos y equivocaciones, siendo como se quiere dentro de lo que se puede.
Con el paso del tiempo nos manejamos de otra manera, cada fase vital tiene sus matices y apetencias. Se aprende a dar a cada cosa la importancia que realmente tiene y a dejar apartado lo que no sume, para poder disfrutar con sabiduría y sosiego de lo que se desea que permanezca. Es conveniente ir soltando roles meramente obligatorios para ser más auténtico, aprender a escuchar sin discutir, conectar emocionalmente solo con amigos, los buenos, los de verdad. Y reírse, disfrutar comiendo sano y rico, dormir a pierna suelta, gozar todo lo posible, quererse sin remordimientos, no darle importancia al espejo, no cargarse de obligaciones ni complicarse la vida con frivolidades: cuanto menos atados a lo material más libres nos sentiremos, y ese cambio es la clave de la paz de espíritu. Cuando estamos bien por dentro el mundo parece mágico, la naturaleza deslumbrante, y cada persona lo percibe solo a través de su propia perspectiva.
Con la capacidad de asombro bastante reducida con el uso, distinguimos con otra claridad lo que vale mucho, poco o nada. Sabemos lo que realmente merece la pena, como por ejemplo el amor, la bondad, la conciencia tranquila, la belleza, la cultura, el arte, la curiosidad sana, la libertad, la justicia, la honradez o el sentido del humor.
La edad acarrea soportar finales duros, despedidas irreparables pero también algún comienzo estimulante de vez en cuando.
Cuando se habita el tiempo despacio, desde un "estado de reposo emocionado", cada día es una oportunidad de ser un viejo vivo y seguir adelante sin miedo ni a la vida ni a la muerte.
El hombre que hace que todo lo que le lleve a la felicidad dependa de él mismo, ha adoptado el mejor plan para vivir feliz. Platón