Es una urbanización de gran belleza natural, con calma y silencio, tranquila pero animada, con gente deportista, niños, perros, árboles, pájaros, mar y un clima privilegiado, todo en una serena armonía donde las personas viven sosegadas sus rutinas sanas y agradables: un lujo, un mundo privilegiado en medio del caos que se ve a diario por los medios de comunicación. Se respira paz, la vida funciona bien todavía.
Hace días se levantó de madrugada como siempre para hacer yoga y le sorprendió un bulto durmiendo al raso delante de la ventana de su habitación, que está en el piso de arriba. Se escondía entero bajo un par de mantas, en la acera entre la barandilla del parque y la pared de una pequeña churrería que solo abre los fines de semana (la casa de ella hace esquina a una ancha avenida y a un frondoso parque, en una rotonda adornada con grandes "olas" de acero y el sonido relajante de chorros de agua que bailan hacia arriba y luego caen como a una piscina).
Al tercer día de tan insólito hallazgo, metió en el bolsillo del chándal todo lo que tenía suelto, ocho euros, y se hizo la encontradiza cuando el hombre ya se había sentado al sol en un banquito delante del área infantil, con todas sus pertenencias metidas en dos mochilas.
Era joven, grande, limpio, bien equipado y sin hambre aparente, de ojos azules y una voz de actor de cine... Le preguntó, enseñando las monedas, si podía invitarlo a un café y él contestó en inglés que no entendía el español, después de soltar una sonora carcajada, acaso fruto de la sorpresa, vergüenza o orgullo herido. Pero cogió el dinero con evidente interés, lo contó con disimulo comentando a continuación algo así como "is much", antes de meterlo al bolsillo y decir "thank you". Luego llevó la mano derecha al corazón con una mirada agradecida y apuntando hacia el cielo le dijo que ella era "a very good person".
María se marchó emocionada mientras le bajaban por las mejillas unas lágrimas cálidas como un bálsamo, una sensación de cierto modo grata después de no haber sido capaz de llorar hace años.
Luego a él alguien le vio comprando en el supermercado, nada más abrir, una botella de vino. Era alcohólico pues. Con contención, no un borracho que va por allí haciendo eses.
¿Bebe para olvidar, ha tenido que olvidar porque bebe, ha claudicado, su vida ya no tiene ningún sentido o como ha dicho Nietzsche, está "redefiniendo el significado de la existencia"?
Lo que sí tiene es un móvil, de madrugada habla y gesticula pausado, incluso se ríe de vez en cuando: pero no tiene a nadie cerca que le ofrezca un techo para no dormir al relente en pleno invierno, y a eso se llama soledad y miseria.
Es sangrante verlo así noche tras noche, rodeado del gran confort de todo lo que está a su alrededor.
¿Cómo llegó a esto, porqué, qué piensa, qué siente, de donde viene, adonde va, es víctima, es verdugo?
Si la adversidad es necesaria para el crecimiento del alma, ¿de qué tamaño es la del mendigo inglés?
Nuestra fuerza es la inconsciencia de nuestra debilidad, nuestra valentía la inconsciencia del peligro. Fernando Pessoa












